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Legionarios de Cristo

El estímulo de las dificultades

¿Qué sería nuestra vida sin el estímulo de estas dificultades? ¿Qué le ofreceríamos a Dios si no tuviésemos algo que no costase?

Por
esto, dele gracias a Dios por las cruces que ha puesto en su camino, y
una vez que haya hecho esto, en vez de pedirle que le quite de enfrente
la montaña, pídale fuerzas para caminarla, y así conquistarse a usted
mismo para su ideal. Arriba de la montaña, siempre encontrará a Cristo.

Polarizar los dones humanos hacia el ideal

En
estos días estamos contemplando con la Iglesia el misterio de la
Resurrección de Cristo, misterio de luz y de vida nueva, que nos es
inoculada y que irradia sobre nuestro caminar por el mundo. Acércate a
Él y déjate iluminar, descorre cortinas, contraventanas, barreras
opacas, y simplemente deja que los rayos del sol lleguen hasta tu
interior. Nada viriliza tanto el carácter de un hombre como esta
luminosidad y verdad de su conducta.

La identificación entre el ser y el parecer

Cuando
uno llega a identificarse con la propia y eterna misión, cuando uno
llega a ser lo que profesa, se supera la dualidad engendradora de
inestabilidad, insatisfacción, complejos, frustración, tan perniciosa
para cualquier camino humano, máxime para un camino como el nuestro. De
esta identificación entre el ser y el aparecer nace la firmeza, la
serenidad, la autenticidad, el ímpetu juvenil y arrollador de las vidas
con ideal, y es para cada uno venero que mana alegría y satisfacción.

Aspire a amar mucho

Usted
tiene buena madera para trabajar y hacer mucho por este Reino; pero ya
ve que lo bueno nunca se da en nosotros los humanos en estado de
perfección pura, sino mezclado con alguna que otra miseria personal. Y
la lucha contra estas miserias es, como usted dice en su programa, una
preciosa mina de santidad y también de gracias para apoyar nuestros
trabajos apostólicos. Por eso, más que aspirar a no tener un día
defectos, aspire a amar mucho y apasionadamente a Jesucristo. Nunca se

El desaliento, enemigo traidor

Por
nada permita que en su espíritu haga presa el desaliento, que es el
enemigo traidor que conduce a la deserción, a la cobardía, a la
dejadez, a la inacción. Puede venir el fracaso, la tentación puede
acosarle, la aridez puede envolver su espíritu, las faltas pueden
entristecerle, las dudas pueden asaltarle, las circunstancias
impacientarle; pero si usted acepta dolorosa pero sinceramente sus
limitaciones y se apoya humilde y confiadamente en Dios, nada de esto
podrá arrebatarle del amor a Cristo ni separarle de la lucha, del

Sin mí nada podéis hacer

Meditad,
especialmente en el Evangelio según san Juan, todas aquellas acciones y
palabras de Jesucristo que inculcan esta verdad: recordad la parábola
de la verdadera vid, con la que Jesucristo nos explica el sentido
auténtico de aquella frase que ha de ser el acicate del apóstol
sinceramente entregado: "Sin mí no podéis hacer nada". ¿Por qué, si
Jesucristo dice que sus obras no son de Él sino de su Padre, nos
empeñamos nosotros en creer que la obra por excelencia de nuestra vida:

Luchamos por algo trascendente

La
mayoría de los hombres luchan desesperadamente por las cosas de aquí
abajo, mientras que nosotros, por una especial gracia de predilección,
luchamos por algo más trascendental y que rebasa los límites del tiempo
y de la materia con las perspectivas de la salvación de las almas y el
Reino de Jesucristo; la lucha no sólo resulta llevadera sino más aún,
atractiva.

Busque a Dios con locura

Hijo
querido, busque a Dios con locura, busque a Cristo su único Hijo,
nuestro Redentor; ahí resolverá todos su problemas, ahí caerán por
tierra todos esos entuertos que usted se va fingiendo, todos esos
fantasmas de ilusión de sensualidad, con los que usted va alimentando
su espíritu; y Dios, usted lo sabe bien, es el único bien verdadero, el
único bien perdurable, es el único amigo sincero, es el único amigo
fiel, es el único que nos tiende la mano y nos ayuda y nos ama en la

Espiritu contemplativo, imprescindible para el apostol

El
espíritu contemplativo es el resultado de un trabajo esforzado y
continuo por entrar en el interior del propio espíritu para poder vivir
en la presencia y en la compañía de Dios. Por ello, al hablar del
espíritu contemplativo la actividad que primero viene a la mente es la
oración. No se puede concebir a un cristiano deseoso de vivir en
profundidad su fe, que no experimente la necesidad imperiosa de orar,
de contemplar a Dios y las diversas manifestaciones de su presencia en
el alma y en el mundo circundante, de buscar la luz para iluminar su