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Legionarios de Cristo

La fuente de la felicidad

La
fuente de la verdadera felicidad está en el interior de cada ser
humano, donde Dios se hace paz, alegría, gozo, serenidad para quienes
viven en amistad con él, y no en las cosas exteriores, en las vanidades
del mundo, en las alegrías pasajeras y fatuas, en las sonrisas de
compromiso, en la capacidad de disfrute de los placeres. Por ello, yo
les recomiendo mucha vida interior, mucha vida de unión con Dios, mucha
capacidad de interiorización personal, mucho crecimiento en
profundidad, porque ahí es donde realmente se es feliz.

Construir el hábito de la vida interior

Para
que ustedes puedan construir un hábito vigoroso y permanente de vida
interior, yo les quiero recomendar que presten una especial atención a
su vida de oración, a esos momentos de diálogo personal con Él, de
contacto íntimo y cordial con el Amor. ¡Que su oración esté amasada de
fe, humildad, agradecimiento, adoración, confianza, silencio,
perseverancia, para que Dios sea el dulce huésped de sus almas y para
que su corazón esté siempre protegido contra el hechizo del mundo
sensual, materialista y orgulloso! Amen la oración, anhelen

Nuestra fuerza esta en Dios

Me
dices en tu carta que de dónde sacas las fuerzas para ser generosa, si
apenas puedes resistir la lucha. La Biblia es una maestra elocuente
para estas situaciones. Cuando los apóstoles están a punto de
naufragar, un gesto de Cristo les salva; cuando san Pablo se queja a
Dios de sus pasiones, Dios le responde: "Te basta mi gracia". La
impotencia humana encuentra su fuerza en Dios, porque todo se puede en
Aquél que nos conforta. Basta pedir esta gracia, basta esperarla, sin
apresurar el momento y la hora de Dios.

Cristo necesita brazos y corazones ardientes

Cristo
más que nunca necesita brazos, corazones ardientes, almas de apóstoles.
Es maravilloso seguir a Cristo, poder hacer algo con esta vida tan
insignificante que tenemos. Es estupendo poder pasar por la vida
dejando una huella: la huella de habernos entregado a la salvación de
los demás, la huella de haber salvado muchas almas... Ni acumular todos
los tesoros del mundo juntos se puede comparar con la alegría y la
dicha de haber salvado un alma. Y ¿qué pasará cuando no hayamos salvado

Una elección de parte de Cristo

Ojalá
que te des perfectamente cuenta de lo que significa haberte incorporado
al Movimiento: ante todo, una elección por parte de Cristo. No han sido
las circunstancias las que te han traído a este momento de tu vida; ha
sido la mano amorosa de Cristo quien te ha guiado, porque te amaba y
porque quería tener la necesidad de tu ayuda. Cristo, además, te ha
elegido para realizar una misión, la de extender su Reino entre los
hombres: misión de salvación de las almas; misión de transformación de

Cristo necesita nuestra entrega total

Cristo
necesita almas dispuestas a entregarse totalmente, sin reservas, porque
el mundo actual está sumamente necesitado de hombres y mujeres que
dediquen su vida a enseñar, predicar, testimoniar a Cristo y lograr que
otras personas le sigan, le amen y le coloquen en el centro de su vida.
Lástima de muchos cristianos que preferimos la comodidad, los placeres
de una vida tranquila y sin complicaciones, a seguir a Cristo, a ayudar
a los hombres, nuestros hermanos, necesitados tanto de lo material como

Todo por Cristo

Hemos
de estar personalmente convencidos y ser prisioneros de la misión. Ser
hombres de mensaje, hombres de garra. Que no se nos escape un minuto
sin dar a Cristo: en casa, en la universidad, con los amigos, en los
viajes... No hacer distinciones impropias de un apóstol, propias más
bien de un mercenario: "Ahora es tiempo de actividad apostólica y
después de jugar, de comer, de charlar..." No; sea que comáis, sea que
durmáis, sea que estudiéis, hacedlo todo por Dios, por la misión.

Es urgente lanzarnos

Nuestra
vida de cristianos se ha convertido en una marcha en la que corremos en
la noche del mundo llevando encendida una sonrisa, una fe, una
seguridad. Esa antorcha que empuñamos se debe convertir para los demás
no sólo en una hermosa claridad cerca de la cual vean, sino en un reto
y en una valiente invitación. No podemos quedarnos cómodamente cogidos
a ella, hace falta salir corriendo para llevarla a muchos que no han
visto la luz, hace falta llevarla y poner a Cristo en donde sólo hay