Hijo
querido, busque a Dios con locura, busque a Cristo su único Hijo,
nuestro Redentor; ahí resolverá todos su problemas, ahí caerán por
tierra todos esos entuertos que usted se va fingiendo, todos esos
fantasmas de ilusión de sensualidad, con los que usted va alimentando
su espíritu; y Dios, usted lo sabe bien, es el único bien verdadero, el
único bien perdurable, es el único amigo sincero, es el único amigo
fiel, es el único que nos tiende la mano y nos ayuda y nos ama en la
juventud, en la edad madura, en la vejez, en la tumba y en la eternidad.
Usted
sabe lo que Dios quiere de usted; tenga valor y trabaje, no abuse del
tiempo, no abuse de de su talento, no abuse de su vocación, no abuse de
las gracias tan especiales y especialísimas que Dios nuestro Señor le
ha dado, no abuse de la bondad y del amor de Dios que tanto lo ama y
que tanto lo mima.
¿Por
qué levanta sus ojos y los vuelve hacia las creaturas desesperadamente?
¿Por qué las busca con inquietud, hijo? ¡Si son un soplo, si son una
ceniza, si son nada...! Medite y profundice y entréguese.