En
estos días estamos contemplando con la Iglesia el misterio de la
Resurrección de Cristo, misterio de luz y de vida nueva, que nos es
inoculada y que irradia sobre nuestro caminar por el mundo. Acércate a
Él y déjate iluminar, descorre cortinas, contraventanas, barreras
opacas, y simplemente deja que los rayos del sol lleguen hasta tu
interior. Nada viriliza tanto el carácter de un hombre como esta
luminosidad y verdad de su conducta.
Procura
polarizar los dones humanos que Dios te dio hacia tu ideal: trabajar
por el Reino de Cristo; si lo clavas en tu corazón, todas tus fuerzas y
valores estarán encauzados positivamente, no serán fuerzas
disgregadoras al servicio de tu vanidad, ni temerás influir
negativamente en los demás; al contrario serás imán poderoso que les
ayude a acercarse más a Jesucristo y a ser cada día mejores en relación
con el plan de Dios.