El
espíritu contemplativo es el resultado de un trabajo esforzado y
continuo por entrar en el interior del propio espíritu para poder vivir
en la presencia y en la compañía de Dios. Por ello, al hablar del
espíritu contemplativo la actividad que primero viene a la mente es la
oración. No se puede concebir a un cristiano deseoso de vivir en
profundidad su fe, que no experimente la necesidad imperiosa de orar,
de contemplar a Dios y las diversas manifestaciones de su presencia en
el alma y en el mundo circundante, de buscar la luz para iluminar su
vida y la fortaleza para traducir en actitudes y acciones lo que ha
contemplado.