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Legionarios de Cristo

La abnegación a la luz de Cristo

La abnegación no tiene sentido ni razón de ser en el hombre, ni ejerce
ningún atractivo sobre la naturaleza, inclinada a concederse todas las
satisfacciones posibles. Pero a la luz de la cruz de Cristo y con la
fuerza que brota de ella, se convierte en un camino necesario de
santidad y de eficacia apostólica. Es el camino escogido por Cristo
para realizar su obra de salvación y para llevar fruto abundante: "Si
el grano de trigo no cae en tierra y muere, quedará solo; pero, si
muere, llevará mucho fruto" (Jn 12,24).

Haznos siervos tuyos de verdad


¿Por qué,
Señor, nos empeñamos en salvar nuestra vida por la comodidad, el
regalo, la estima, la sensualidad y la satisfacción de nuestro orgullo,
cuando en perderla por ti y como Tú está nuestra mayor riqueza?¡¡

¡Haznos servidores tuyos de verdad, marcados con el signo indeleble de tu cruz
en nuestros corazones y en nuestras vidas. Haz que sepamos recoger los
frutos de vida eterna para nosotros y nuestros hermanos del árbol
fecundo de la cruz!

La cruz, símbolo del amor de Dios


Es conveniente levantar los ojos hacia la cruz de Cristo y meditar en lo
que ella significa y en lo que ella nos enseña. Cristo pudo redimirnos
de mil maneras. Simplemente su nacimiento hubiera bastado para
reconciliarnos con Dios. Sin embargo, escogió la cruz, el dolor, la
humillación, el sufrimiento, la privación como programa de su vida.
¿Por qué? Precisamente, porque pensó en usted y en mí y en todos, y en
que nosotros nos tendríamos que enfrentar a una vida de lucha hasta la
muerte.

La cruz es el precio de la felicidad

Sin embargo, no olvide una cosa: la cruz no lo es todo. Cristo murió en
ella para resucitar; y así la cruz se convierte en signo de victoria.
La cruz, por tanto, en la vida del cristiano, es sólo la condición de
su felicidad, la puerta hacia el gozo, la paga a la comunión con Cristo
y al amor del Padre. Fijarse en la cruz y no ver más que el dolor, es
como vivir sin esperanza. Busque usted en la cruz de todos los días a
Cristo resucitado, porque sólo la resurrección da sentido a la cruz.

Apertura a Cristo crucificado

También
los cimientos de la perseverancia deben erigirse sobre la roca de la
abnegación. Y al hablar de la abnegación, no quiero hablar de simple
resignación, sino de una disposición de apertura a Cristo crucificado
que nos ha enseñado a descubrir en la cruz el camino de la fecundidad y
de la paz. Quien desee perseverar debe amar la cruz, ya que sin cruz no
hay Cristo y sin Cristo no hay perseverancia. Ojalá que ames mucho la
cruz por amor a Cristo; ojalá que la cruz sea tu ilusión; especialmente

Condición indispensable

La abnegación nos la puso Jesucristo como condición indispensable para
poder seguirle. Es verdad que resulta molesta y fastidiosa para nuestra
naturaleza, pero no se consigue un oro fino sin pasarlo por el crisol,
ni se levanta un hermoso edificio sin ahondar en la tierra y poner unos
fuertes cimientos. No hay vida sin sacrificio, sin penas, sin luchas,
pero qué consuelo tan grande para los que creemos en Cristo: nada
quedará sin escribirse en el libro de la vida, ni esa renuncia que te

Cruz y fidelidad


Es un
misterio el hecho de que Cristo haya unido de forma tan admirable, la
experiencia de la felicidad a la experiencia de la entrega y de la
cruz. No es el dinero, ni el placer, ni el poder el origen de nuestra
felicidad, sino la vivencia de una fe sencilla y auténtica. No es el
abandono espiritual o la comodidad lo que satisface al hombre, sino la
identidad entre su ser cristiano y humano en un esfuerzo por vivir ese
único fin del hombre que es Dios. Por eso, quien acepta a Dios hecho

Aprovecha el sufrimiento para unirte a Dios


Aprovecha
estas circunstancias de tu vida para unirte más a Dios, quien suele
probar de esta manera a las personas que más ama. Dios está cerca del
dolor, sea moral o físico, pues Él en Jesucristo también se quiso
identificar con el sufrimiento humano, escogiendo la cruz para
salvarnos. Por eso, el sufrimiento nos purifica, nos hace más
agradables a Dios, nos educa en la recta apreciación de la vida humana
y del sentido de la misma; nos fortalece haciéndonos de este material

Cristo, la única respuesta ante el dolor

¡Qué
seguridad da este Cristo en esta vida! El hombre calla ante el dolor,
ante la muerte, ante la injusticia, ante el más allá, ante la traición
del mejor amigo. Sólo Él tiene una respuesta para todo: nos enseña a
sufrir con gozo y a transformar el dolor en redención; nos enseña a
afrontar la muerte con esperanza, pues por la muerte estaremos más
cerca de Él; nos enseña a amarnos sin límites, sin egoísmos,
desinteresadamente y a vivir desde hoy ese más allá que ya es actual

La cruz es el precio para alcanzar a Cristo


Nosotros
quisiéramos conquistar un estado que nos facilitara o anulara todo
esfuerzo. Y sin embargo, Cristo nos ha prometido una cruz para cada
día; una cruz que hoy es humillación, que mañana puede ser el dolor de
una renuncia, y que después puede ser la sumisión en la obediencia.
Sería muy fácil un cristianismo donde después de cierto tiempo
desaparecieran de nosotros las pasiones, los vicios; donde no nos
costara la castidad, la entrega de nuestra
libertad, la renuncia a los bienes materiales. Pero no es así: el