Adoptar un corazón nuevo
Por el bautismo, el cristiano se ha revestido de este Cristo, imagen y prototipo del hombre nuevo, y tiene delante de sí la tarea de hacerlo crecer hasta la plena madurez interior. En este trabajo, lo más determinante es la adopción de un corazón nuevo, capaz de conocer, amar y servir a Dios con espíritu filial, a ejemplo de Cristo, y de amar a todos los hombres y cosas en Dios.