Por el bautismo, el cristiano se ha revestido de este Cristo, imagen y prototipo del hombre nuevo, y tiene delante de sí la tarea de hacerlo crecer hasta la plena madurez interior. En este trabajo, lo más determinante es la adopción de un corazón nuevo, capaz de conocer, amar y servir a Dios con espíritu filial, a ejemplo de Cristo, y de amar a todos los hombres y cosas en Dios.
A partir de este nuevo modo de conocer, de amar y de servir, el hombre nuevo imprime a su vida un dinamismo interior orientado a desarrollar los rasgos de su conducta religiosa y moral, en conformidad con su modelo, Cristo, y purificando incesantemente su corazón de las tendencias desordenadas de sensualidad y soberbia. Con corazón pacífico y humilde, como el de Cristo, establece y lleva adelante unas relaciones de respeto, de amor y de servicio con el entorno de personas y de cosas.
La construcción de este hombre nuevo constituye el objetivo primordial del apostolado del Movimiento. Por ello, el Regnum Christi invita a sus miembros a meditar asiduamente en la riqueza y hondura del don de su bautismo y del compromiso que conlleva y, en la acción apostólica, a buscar, por todos los medios, la renovación interior del hombre, que es obra de la gracia divina, de la vivencia del Evangelio, de la participación litúrgica y sacramental, de la oración, del esfuerzo moral y ascético y de la donación al prójimo por amor al Señor.