El contenido espléndido de esta transformación lo podéis encontrar en las cartas de san Pablo, conceptualización del mensaje y de la acción de Cristo: transformar al hombre es crear en Él un espíritu nuevo, un ser cristiano, un ser que es fruto de la muerte al pecado y de la resurrección a una vida nueva. Así leemos: "El que es de Cristo se ha hecho creatura nueva; lo viejo pasó, se ha hecho nuevo" (2 Cor 5,17). Esta creatura nueva, este hombre nuevo tiene un rasgo especial por antonomasia: es amigo de Dios, es hijo adoptivo de Dios, es consorte de la naturaleza divina, es un hombre salvado y capaz, en virtud de la fuerza de Dios, de salvar a los demás. Esta amistad se realiza en una vivencia profunda de la vida de gracia, plataforma que le permite realizar este diálogo con Dios, transformar la sociedad desde Cristo y extender su Reino por todo el mundo.