Padre Mario Arroyo Martínez
La ecología ha sido un tema abordado con insistencia por el Magisterio reciente de la Iglesia y la última encíclica social de Benedicto XVI no podía ser la excepción. La ecología en efecto hace referencia a los comportamientos humanos y su repercusión en la sociedad y en el medio ambiente, una exposición de la doctrina social de la Iglesia que la ignorara sería, por fuerza, incompleta.
En el cuarto capítulo de su encíclica “Caritas in veritate” Benedicto XVI hace una aguda observación que puede ser interesante comentar: “Hoy se da una profunda contradicción. Mientras, por un lado, se reivindican presuntos derechos, de carácter arbitrario y voluptuoso, con la pretensión de que las estructuras públicas los reconozcan y promuevan, por otro, hay derechos elementales y fundamentales que se ignoran y violan en gran parte de la humanidad”.
La Comisión Teológica Internacional acaba de publicar el texto, fruto de muchos años de trabajo y del impulso de dos pontífices, “Hacia una ética universal: una nueva mirada sobre la ley natural” donde se estudia en profundidad y sintéticamente a la ley natural. El texto, articulado en cinco capítulos busca reivindicar el concepto de ley natural como fundamento común del diálogo moral en los seres humanos.
En su tercer capítulo, la carta encíclica “Caritas in veritate” se detiene más detenidamente en la noción de “gratuidad” como aspecto clave para replantear la vida del hombre y más concretamente su actividad económica. Si bien la “gratuidad” tiene hondas raíces dogmáticas (baste pensar en el contenido de la palabra “gracia” en la tradición cristiana), también goza de una dimensión claramente antropológica, anclada en la naturaleza humana que rebasa las fronteras de la fe, para convertirse en una noción de carácter interreligioso e intercultural.
Eclecticismo y relativismo frente a un saber humano interdisciplinar e interactivo: he ahí la disyuntiva a la que nos enfrenta el segundo capítulo de la reciente encíclica “Caritas in veritate” de Su Santidad Benedicto XVI. Los variopintos temas que aborda en este capítulo pueden estructurarse de acuerdo a estas dos posibilidades.
Benedicto XVI va hilvanando cuestiones de fondo con asuntos concretos y urgentes en el segundo capítulo de su encíclica “Caritas in veritate”; evita así el peligro de caer en una enumeración de principios que pueden tener una buena acogida, sin incidir en las cuestiones concretas que implican un compromiso actual, una decidida línea de acción social y política; es decir decaer en una banal enunciación de buenos deseos, que cada quien puede acomodar a su conveniencia, para tranquilizar su conciencia social.
Casi al concluir la película “Quisiera ser millonario” (Slumdog millionaire), el hermano del protagonista expira diciendo una hermosa frase: “Dios es bueno”. Si bien queda grabada esa idea dramáticamente al final, se sugiere a lo largo de toda la película como telón de fondo: en medio de la miseria humana la bondad de Dios encuentra un camino para manifestarse. Esta idea, tan bellamente expresada cinematográficamente, fue vivida en plenitud por San Juan María Vianney.
Por fin se publicó la esperada encíclica sobre temas sociales de Benedicto XVI. Iba a salir a finales del año pasado, sin embargo la crisis económica mundial hizo necesario incidir más profundamente en algunos planteamientos. De nuevo el Papa sorprende por su capacidad de síntesis y su visión integradora de la realidad: apenas existe algún aspecto de la vida del hombre en sociedad que no sea tocado en esas breves pero intensas páginas. No pretendo hacer una síntesis exhaustiva, tan sólo invitar a su lectura.
¿Exige la laicidad del estado la total separación respecto de la autoridad religiosa?, ¿constituye esta laicidad una garantía para el respeto de la libertad ciudadana?, ¿libera de posibles imposiciones dogmáticas?