Dos poemas de amor y una canción esperanzada
I. PRÓLOGO AL NACIMIENTO
Oriente, lejano, extraño e inquietante.
Son tus noches calladas,
son tus noches tan mágicas,
es tu luz enamorada,
es tu luz la dádiva,
oriente, casa de oración suplicante.
Anémonas, claveles,
narcisos, junquillos y azafranes;
y la flor naciendo en invierno
bajo la claridad de las estrellas,
del polen divino de estos lugares;
el Soplo eligiendo
el barro, la tierra.
Casa del pan, ayer Efrata la
fértil, patria de la Luz.
¡Arropas la cruz venida de lo alto!