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Jorge Enrique Mújica L.C.

Todas las mujeres son iguales, pero unas son más iguales que otras

En la granja del señor Jones los animales no estaban felices con su tipo de vida así que un día se rebelan y expulsan a los propietarios. 

La revolución fue un éxito por lo que los planes a futuro se multiplican: aprender a leer, estudiar, vivir mejor, construir un molino, fomentar una sociedad donde no haya privilegios para nadie y se mantenga una igualdad de oportunidades, derechos y obligaciones para todos. 

La ventana sigue abierta

La ventana sigue abierta

Sábado, 2 de abril de 2005, víspera del Domingo de la Divina Misericordia. La plaza de San Pedro está llena de gente en oración. Las miradas se dirigen, una y otra vez, hacia las ventanas de las habitaciones papales.

Acaba el primer rosario. Se encienden las luces de los apartamentos del Papa. Son cerca de las 9.30 de la tarde. Pocos minutos después llega el anuncio a la plaza y al mundo: Juan Pablo II acaba de morir.

¿Vale la pena defender la vida?

¿Vale la pena defender la vida?

Cada vez hay más legislaciones que se van decantando por la despenalización del aborto, por la promoción de medidas jurídicas que permitan la unión de personas del mismo sexo, lesionando el papel de la familia, y por la regulación de la eutanasia como derecho. Todos ellos son atentados contra la vida en su inicio, en su desarrollo o en su término natural. El panorama, muchas veces desalentador, nos hace preguntarnos con seriedad, ¿sirve de algo ir contra esa corriente que ve al ser humano como un objeto y no como un sujeto?

Parejas del mismo sexo, ¿tienen derecho a unos hijos?

Parejas del mismo sexo, ¿tienen derecho a unos hijos?

Jorge Enrique Mújica  

jem@arcol.org

“Mi mayor preocupación es que se está ignorando a los niños en el debate actual sobre matrimonios entre personas del mismo sexo”. Es una declaración de Dawn Stefanowicz, una mujer que a sus cuarenta años sigue cargando con el recuerdo de una infancia marcada por la homosexualidad activa de su padre. 

Sonidos del silencio

Qué bien suena tu voz en el silencio.

Qué lucidez, qué dulzura, que clara.

Remanso de quietud,

invitación a la reflexión,

elocuente decir insinuado,

siempre velado, siempre velado.

Cómo impresiona tu silencio, Señor;

silencio de entrega,

silencio de espera,

silencio de Dios.

Cuánto provecho causa tu silencio…

Vienen a la mente las victorias vividas,

las derrotas sufridas,

las vigilias cansadas,

las alegrías encausadas,

los triunfos conseguidos…

Recuento

Al elevarte en mis manos de barro

perdí mi vista en la suma blancura.

No eran mis ojos quienes veían,

aquel milagro llamado Eucaristía,

era mi alma,¡oh luz!

miel en mi boca y

júbilo que has disipado mis dudas.

Me ha pesado la cruz

pero nunca me han faltado fuerzas;

mi compañero, aliento y fortaleza

cada albor en mis manos te prolongas

en nuevo Belén y nuevo Calvario;

y ese don es para mí

la espera pasiva

del ocaso y del alba.

Ya hace tiempo que a Ti me uní

Oración para cerrar los ojos y acción de gracias por la ceguera

¡Ciérrame los ojos, Padre,

en esta madura luz del día!

¡Déjame cerrar los ojos

y enséñame a mirar a ciegas!

No, no me importa nada…

Que otros pregunten y no entiendan;

quiero ser otra vez un niño

y andar solamente a tientas.

Ofusca entonces mis sentidos;

absórbeme, úneme a tu sacrificio;

mira que hace mucho tiempo

soy lágrima contigo.

Regálame tu llama

que yo seré antorcha.

Guíame en la noche

del dolor que purifica,

en la noche de la fe

que es olvido en tus manos.

El Angel y el pastor

 PASTOR:                   ¿A dónde vas angelito, angelito;

                               corriendo, tan contento,

                               tan aprisa, tan feliz?