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Una vocación al servicio de los hombres

Procura ahora estar atento al llamado de Dios y sigue con entereza su camino. Esfuérzate por comprender la dignidad y el compromiso de tu vocación que te coloca en medio de los hombres para ser antorcha viva que ilumine e impulse la fe de todos aquellos que encontrarás en tu camino; para ser levadura que transforme la vida de los hombres y las realidades de este mundo en un reino de justicia, de verdad y de amor: en Reino de Cristo.

Perseverantes hasta morir en la raya

Nada eficaz lograremos en nuestra vida sin una decisión de permanecer en la línea de lo que nos hemos propuesto, concretamente luchar porque Cristo reine en nosotros y, a través de nosotros, porque reine en todos los hombres. Es el problema de la perseverancia ante el cual nos previene Cristo: "El que pone la mano en el arado y vuelve la vista atrás, no es apto para el Reino de los cielos" (Lc 9,62).

Quién pudiera ser verdadero hombre del Reino

Cuántas veces en esos días virginalmente blancos con su cielo profundamente azul, o en esas noches serenas y transparentes, al llevar la vista corporal para contemplarlos, los ojos de mi alma los penetra más allá de donde no puedo ver; y me encuentro contemplando a Cristo en su serenidad inmutable, pensando en el establecimiento de su Reino para la salvación de los hombres y la glorificación de su Padre.

El artífice de la Santidad

Al terminar su vida terrena, Jesucristo prometió enviarnos al Espíritu consolador, que es quien ha de llevarnos a la verdad completa. El conocimiento y, en general, el conjunto de las relaciones con Cristo, es obra del Espíritu Santo, pues Él es el guía y el artífice de la santidad, el que ilumina el corazón del hombre, el que le fortalece en su debilidad, el que hace que su apostolado sea fecundo y sus frutos permanezcan. La Iglesia resalta la acción del Espíritu Santo invocándolo como padre de los pobres, dador de dones, luz de los corazones.

Configuración con Cristo, obra de Espiritu Santo

Jesús se presenta a sí mismo como el camino, la verdad y la vida. Para el miembro del Movimiento es el modelo y el ejemplo que ha de seguir y reproducir en su propia vida, hasta llegar a la medida que Dios nuestro Señor tiene señalada para cada uno. Esta asimilación a la vida de Cristo es fundamentalmente obra del Espíritu Santo y no se realiza sin una ayuda permanente y eficaz de la gracia de Dios; pero, al tratarse de la acción de una creatura libre, tampoco se lleva a cabo sin el esfuerzo decidido y constante de la voluntad.

El amor al Espiritu Santo

El Movimiento presenta a sus miembros una espiritualidad alentada por el Espíritu Santo y abierta a su acción poderosa, y les invita a incrementar en sus vidas la fe y el amor a la Tercera Persona de la Santísima Trinidad, a ser dóciles y fieles a sus inspiraciones para que, iluminados y fortalecidos con su gracia, caminen fielmente por el sendero de la voluntad de Dios, a ejemplo de Jesucristo, y realicen con plenitud su vocación cristiana.

Tienes que trabajar con tu socio

Tú ya tienes un "socio" para poder santificarte. Tú tienes que trabajar con tu "socio" para poder santificarte. Tú tienes que trabajar con tu "socio" para preparar el mármol, la piedra, el material donde Él y tú van a esculpir la imagen viviente de nuestro Señor Jesucristo. Así es como tú desde la santidad y desde la amistad con el Espíritu Santo vas a lograr llegar a ser otro Cristo, un testimonio viviente del Evangelio. Así es como va a cumplirse en ti aquello de: Christus vita vestra, que Cristo sea vuestra vida.