El Exorcista
El demonio existe, es un ser que odia a Dios, por soberbia, y al ser humano por envidia. Su existencia, que es verdad de fe, está registrada en las sagradas escrituras y en la Tradición.
El demonio existe, es un ser que odia a Dios, por soberbia, y al ser humano por envidia. Su existencia, que es verdad de fe, está registrada en las sagradas escrituras y en la Tradición.
Con sustento en la conocida expresión que dicta que “todo Pueblo tiene el gobierno que se merece”, y a un mes del inicio de las celebraciones por el bicentenario del comienzo de la independencia de México, el escenario es propicio para que a la calle salga el Pueblo que en Dios cree, y en la Iglesia confía, portando en mano estandartes con la imagen de Santa María de Guadalupe, iguales al que enarboló el Padre Miguel Hidalgo el 16 de septiembre de 1810, mientras grita “¡Viva México! ¡Viva la Virgen de Guadalupe! ¡Muera el mal gobierno!”.
Contemplar los frescos de Miguel Ángel en la Capilla Sixtina del Vaticano es un privilegio. Con mirar su extraordinario colorido, y las formas de sus figuras, sabemos que se adelantó, por mucho, a su tiempo. Sus frescos muestran también que era poseedor de altos conocimientos teológicos, lo que revela en la imagen de Dios al momento de infundir en Adán sus virtudes teologales cuando extiende el dedo creador hacia el dedo del hombre. ¡Una cátedra de teología impartida con pintura en el techo de una capilla!
En 1928 Gibrán Khalil Gibrán escribió uno de los libros más bellos y profundos que se hayan escrito sobre Jesús. A lo largo de 76 relatos en los que da voz a diversos personajes que acompañaron al Señor en su vida y predicación, este pensador libanés logra que el lector se haga imágenes que le permiten ver al Nazareno, escuchar sus palabras y situarse dos mil años atrás en el tiempo.
Es urgente que en México se reduzca el embate de la violencia producida por las manos del crimen organizado, del narcotráfico y de gobernantes corruptos. Urge que la autoridad respete a los ciudadanos, es apremiante que los legisladores ya den muestra de que conocen y valoran tanto el bien común como la ley natural.
Esta pregunta suele resonar en momentos catastróficos de la humanidad. Guardamos memoria reciente de algunos cercanos en el tiempo: las dos guerras mundiales, las masacres comunistas, el holocausto judío, los bombardeos sobre Hiroshima y Nagasaki, la persecución religiosa en México, el terremoto de 1985, las inundaciones en Nueva Orleans y los bombardeos israelíes sobre Líbano. La catástrofe ha vuelto a oscurecer nuestras vidas; ahora sobre Haití, con el terremoto que devastara Puerto Príncipe el 12 de enero.
Ahora que todo inicio de año se ve acompañado de encontrados augurios, unos optimistas y otros terribles, siempre ya en materia de economía, de política internacional y de cambios climáticos del clima cambiante; cuando parece que debemos “enfrentar” un año “haciendo frente” al fracaso económico, a las amenazas de guerra de siempre de Estados Unidos y de Israel, y cuando se pronostica que tendremos el año más frío o el más caluroso o el más lluvioso “de las últimas décadas”; ahora que la institución del matrimonio es golpeada por legisladores; ahora que la vida se
Los delincuentes se aprovechaban de la fe de los creyentes y los asaltaban para robarles las pocas cosas que llevaban para el viaje de peregrinación. Los dejaban apaleados y despojados de cuanto traían consigo. Para protegerse se hacían fuertes viajando en grupos de largas caravanas a fin de contar con un resguardo adecuado.
Al arzobispo de Guadalajara, el cardenal Juan Sandoval Iñiguez, siempre es ilustrativo escucharle predicar. He tenido la oportunidad de oírle en reuniones, discursos, ruedas de prensa y en homilías. Es un hombre de Dios con una Fe como de roca, que sabe vivir al servicio del Señor y cuidar de la responsabilidad que Él le confió para que lo mostrara a su rebaño. Las declaraciones del cardenal Sandoval, tanto en momentos dificultosos como en momentos amables, siempre han sido valiosas para normar los criterios entre quienes en Cristo creemos.
Navidad es una forma anticipada del encuentro con Dios, es una antelación del momento anhelado por quienes sabemos que seremos resucitados con Cristo para contemplar a Dios por la eternidad, para estar con Dios, para ser con Él.