El demonio existe, es un ser que odia a Dios, por soberbia, y al ser humano por envidia. Su existencia, que es verdad de fe, está registrada en las sagradas escrituras y en la Tradición.
El ser humano tiene que vivir amenazado por esta creatura de naturaleza espiritual, pues así como Dios creó buenos a los ángeles, pero algunos se rebelaron contra el designio divino de servir, así Dios también creó buenos a los hombres pero algunos han rechazado su amor optando por la vida sin Él. Es el misterio de la Iniquidad. ¿Por qué si el Creador nos hizo para el Bien somos proclives? ¿Por qué si Dios es bueno permite el mal?
Con ocasión del Congreso Internacional de Exorcistas, tuve la oportunidad, que luego se derivó en toda una experiencia, de conocer al Padre Gabriele Nanni, presbítero de la diócesis de L’Aquila, Italia, doctorado en Derecho canónico por la Pontificia Universidad Lateranense de Roma y quien hizo su tesis doctoral centrada en el Canon 1172 del Código de Derecho Canónico, canon que establece que “Sin licencia peculiar y expresa del Ordinario del lugar (el obispo), nadie puede realizar legítimamente exorcismos sobre los posesos. El Ordinario del lugar concederá esta licencia solamente a un presbítero piadoso, docto, prudente y con integridad de vida”. El Padre Nanni es exorcista.
Hice programas de televisión con él y lo presenté en conferencia. De entre variadas respuestas con las que nos ilustró, puntualizo las siguientes:
- Mediante el pecado, el diablo pone un sitio al hombre, una especie de asedio, como la estrategia militar consistente en rodear una ciudad por afuera de sus muros para luego asaltarla. El demonio va cerrando su asedio, conforme su víctima va sumando pecados a su historia, hasta que logra alejarlo de Dios en tanto sigue tejiendo complicados amarres que le atan.
-Con el sacramento de la Reconciliación la atadura del pecado queda totalmente rota. Cristo la diluye, la disuelve hasta que el pecado, que se había convertido en ruptura con Dios, desaparece.
-Las prácticas de brujería y esoterismo son recursos de los que el demonio se sirve para fijar su asedio. De manera gradual se estrecha la cercanía diabólica mientras crece el distanciamiento de Dios. Así, el mal va infestando las cosas, los ambientes, las personas.
-Mediante el pecado se establece con el demonio una alianza o pacto que, de manera consciente o inconsciente, provoca que se olvide, para luego rechazar, la alianza original con Dios.
-Se le llama “infestación demoniaca” a la presencia del mal en algún lugar u objeto que fueron utilizados para la práctica de brujería o de esoterismo. El exorcista puede pronunciar oraciones y fórmulas de liberación para expulsar de allí la invasión demoniaca.
-Se le llama “vejación diabólica” al daño físico que el demonio logra provocar en una persona. Pueden surgir diversas dolencias y aparecer evidencias de golpes, moretones, laceraciones o cortadas. En ocasiones, durante la práctica del exorcismo, pueden aparecen letras en algunas partes del cuerpo.
-Se le llama “obsesión satánica” a las ideas propias que puede fabricarse en su mente quien ha participado deliberadamente en actos esotéricos o de brujería provocándose a sí mismo una perturbación que le hace considerar que está poseído por el demonio. También se le llama “obsesión” al asedio que Satanás establece contra su víctima.
-Se le llama “exorcismo” a la intimación o mandato hecho al espíritu del mal, en nombre de Jesucristo, para que abandone a una persona o un objeto. El “exorcismo solemne” sólo debe realizarse cuando la posesión satánica es contundente.
-En una posesión el demonio toma control del cuerpo, de la voluntad y de la voz de la persona a la que ha invadido.
-Durante las oraciones de liberación y durante los exorcismos el demonio puede manifestarse de diversas maneras.
-Un endemoniado está imposibilitado para rezar, muestra aversión y odio por lo sagrado y es incapaz de recitar el Credo. Pero durante el exorcismo solemne, cuando por mandato del exorcista logra pronunciar una oración, puede considerarse que el demonio ha sido expulsado de su cuerpo.
-Los sacramentales, como son el Escapulario de la Virgen del Carmen, la Medalla de San Benito, el Agua de San Ignacio y el Agua Bendita, son poderosos escudos contra la influencia demoniaca.
-La mejor manera de impedir influencias y posesiones diabólicas es mantenerse en Gracia, rezar el Rosario, acercarse a los sacramentos, confesarse, comulgar y asistir frecuentemente a Misa.
El exorcista, por su parte, debe reunir tres características fundamentales para el desempeño de su ministerio y para mantenerse a salvo del demonio: ser Sabio, Sano y Santo. El Padre Gabriele Nanni reúne las tres.