Padre Fernando Pascual L.C.
La idea de que el embarazo inicia con la anidación (implantación) del embrión humano en el útero, o en alguna otra zona del seno materno, está bastante difundida y genera no pocas confusiones.
Con esta idea el embrión queda durante unos días, alrededor de siete, en “tierra de nadie”, muchas veces sin protección, y en otras ocasiones bajo el “fuego” de métodos mal llamados “anticoncepción de emergencia” que buscan simplemente que el embrión no se implante (es decir, que muera).
No es fácil conseguir que los defensores del aborto reconozcan el error de su postura. Pero vale la pena tender la mano, una y mil veces, para ayudar, para razonar, para explicar, para defender la vida de cada hijo.
Hay en juego mucho, muchísimo. Está en juego el corazón de cada mujer que ha empezado a ser madre. Necesita apoyos concretos, manos amigas, consejos médicos. Necesita, sobre todo, abrir el corazón a Dios para reconocer en su hijo un don maravilloso, una aventura que inicia en el tiempo y que avanza hacia la eternidad.
Algunos piensan que la Iglesia se equivoca cuando habla sobre temas sociales y políticos. Otros piensan que la Iglesia habla demasiado poco sobre esos temas.
Lo cierto es que la Iglesia ofrece al mundo un servicio insustituible cuando recuerda principios y valores que son irrenunciables a la hora de construir sociedades justas y solidarias.
Por eso, la Iglesia no se equivoca cuando recuerda a los católicos y a los hombres de buena voluntad que es injusta cualquier acción que implique desprecio, abuso, violencia física, explotación de seres humanos inocentes.
«Las directivas son claras y perentorias: ahorrar, sanear, hacer competitivo al Grupo. Para ello, reducción de personal. En otras palabras, expulsiones.
«Tengo que dar órdenes concretas. Habrá expulsiones entre los 30 ejecutivos que viven en un país rico. Sospecho lo que ocurrirá cuando llegue mi mensaje. Alguno se suicidará. En otros casos, la depresión psicológica se hará presente, llevará a la destrucción lenta de las personas. Habrá familias que se disgreguen. Habrá tensiones, peleas, odio en los corazones.
No es fácil determinar si vivimos con más tiempo o con menos tiempo que en épocas pasadas.
Es cierto que la velocidad de la rotación de nuestro planeta se ha conservado casi inalterada (o con variaciones insignificantes) durante milenios. El hombre de hace 25 siglos podía contar, igual que nosotros, con 24 horas cada día.
Pero aquel hombre, ¿tenía más tiempo o menos tiempo que nosotros? La abundancia o la carencia de tiempo depende de diversos factores, que han cambiado mucho durante siglos.
En nombre del Concilio Vaticano II, hay quienes buscan interpretar el Evangelio según visiones sociológicas o filosóficas anticristianas, que desean legitimar crímenes como el aborto, que promueven modos de vivir la sexualidad fuera del plan de Dios sobre el matrimonio y la familia al defender, por ejemplo, la licitud del uso de anticonceptivos.
Hablar mal de otros es sumamente fácil. Basta con poner en la mira a un personaje de la vida política, económica, deportiva, cultural, religiosa, y lanzar palabras acusatorias, normalmente adecuadas a cada ámbito.
Puede parecer una buena noticia: en California los laboratorios y los inversores se están dando cuenta de que los experimentos con células madre embrionarias no son útiles. Constatar este hecho hará que se invierta menos dinero para el uso y la destrucción de embriones en los laboratorios. Pero la noticia encierra un veneno que no puede permanecer oculto. Veamos por qué.
Nadie puede vivir sin fe, sin creencias, porque todos nos fiamos de tantas personas que encontramos continuamente, o porque suponemos que las cosas “funcionarán” de modo correcto y así será posible llevar adelante nuestros proyectos.
San Cirilo de Jerusalén (obispo del siglo IV) ilustraba esta idea en una catequesis dirigida a los que iban a recibir el bautismo. Al explicarles que la fe no es algo sólo para los cristianos, Cirilo mostraba cómo muchas personas hacen lo que hacen por fe.
Nos gusta soñar en un mundo limpio, sin contaminación, sin ruidos, con parques y jardines, con justicia y paz para todos. No es tan fácil, sin embargo, descubrir los caminos que nos puedan llevar a construir un planeta más bello y más feliz.