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Legionarios de Cristo

Colaborar con Él sin regateos

Jamás olvide la importancia que tiene para usted el vivir atento a las inspiraciones del Espíritu Santo y de colaborar con Él sin regateos y plenamente. Ese hombre integral que usted está formando en todos los ángulos de sus potencias y de su personalidad es imprescindible, para que en él el Espíritu Santo forje otro Cristo. Primero el hombre, después el santo.

Somos templos suyos

En su lucha por adquirir el hábito de la vida interior, tengan muy presente la docilidad y apertura a las inspiraciones del Espíritu Santo, "porque somos templos suyos" (cf. 1 Co 3,16), "porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo" (cf. Rm 5,5), "porque el Espíritu Santo os guiará por el camino de la verdad integral" (cf. Jn 16,13) y "porque nadie podrá decir 'Señor Jesús', sino en el Espíritu Santo" (cf. 1 Co 1,13).

Deja actuar al Espiritu Santo en tu vida

Creo, en efecto, que usted se complica la vida innecesariamente; el seguimiento de Cristo es lo más sencillo que usted se puede imaginar: está en el Evangelio - como nos lo interpreta la Iglesia -, al alcance de los niños y de la gente sin instrucción. Seguirle a Él por el camino de la abnegación personal, vivir el amor a nuestros semejantes, amar a Dios por encima de todas las cosas: eso es todo. Si usted va meditando con el Evangelio en la mano, dejando que el Espíritu Santo le ilumine, verá lo fácil que es.

Dirige todo desde el principio hasta el fín

Y no termina aquí el misterio espléndido de nuestra unidad, pues a todos Cristo nos ha enviado a luchar por su Reino así como el Padre le envió a Él. Y el Reino es una tarea a realizar en común, porque en él unos siembran y otros recogen y no todos pueden realizar el mismo acto. Y aunque existe la pluralidad de funciones, según el don que cada uno ha recibido, todas se integran en la edificación del Reino de Cristo, por el Espíritu Santo que obra todo en todos, y dirige todo desde el principio hasta el fin.

Guía y artífice de la obra de la redención

Nos encontramos en la obra de Jesucristo al Espíritu Santo como guía y artífice de la misma. Lo encontramos en el umbral mismo de la vida de Jesucristo: en la Encarnación como hacedor de la misma; y nos lo volvemos a encontrar al final sellando la obra redentora de Cristo, el día de Pentecostés. Está presente a lo largo de su vida toda: lo conduce al desierto, lo unge en el Jordán, y se establece entre los dos una perfecta unión de tal manera que el espíritu de Cristo es el Espíritu Santo.

Él habla en el silencio

El silencio tiene por fin atender a las inspiraciones del Espíritu Santo que habita dentro de nuestra alma. Dios no habla en el tumulto de impresiones, ni en la disipación. Cuando el alma está en silencio interior y exterior, cuando el alma está recogida dentro de sí, entonces es cuando Dios habla y cuando el alma puede escucharlo. Muchas veces el Espíritu Santo
está clamando con gemidos inenarrables, pero el alma no los oye porque
se encuentra fuera de sí, atenta a lo que sucede fuera.

Déjate llevar por sus inspiraciones

Muchas veces nos preocupamos sin necesidad por el problema de nuestra santificación. Quisiéramos encontrar un camino nuevo, particular. Y digo que sin necesidad porque Dios tiene el camino trazado y el Espíritu Santo es el artífice de nuestra santificación, no tenemos más que dejarnos llevar. Déjese llevar por sus inspiraciones; con suavidad, con delicadeza, con constancia corresponda a todas ellas.

Qué es amar a Cristo

Sólo cuando se ama a Cristo, se puede ir adelante arrolladoramente. Y se ama a Cristo cuando se piensa como Él, cuando se siente como Él, cuando se quiere como Él, cuando se busca lo que Él busca, cuando se ama lo que Él ama, cuando se vive obsesionado por los intereses que Él tiene y no por los propios intereses, por los mezquinos intereses personales; entonces se ama a Cristo. Y se ora, fíjense ustedes bien, se hace oración, y se reza cuando se ama a Cristo. Cuando no, analicen ustedes a ver si oran y a ver si rezan.