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¿Por qué le pasan cosas malas a la gente buena? Esa es la frase completa. Una pregunta que muchas veces nos hacemos ante una situación como la de Haití o la del terremoto de la ciudad de México, que cumplirá ya 25 años. Una pregunta que lleva a algunos a decir que no hay Dios, o que, si lo hay, no le importa su creación.
Hitler en Misa y otras supuestas pruebas de complicidad de la Iglesia con el nazismo
Como en el tsunami que arrasó Sumatra en 2004, muchos periodistas y conductores lanzan preguntas —dizque sarcásticas, dizque sesudas-—como ésta que escuché en la radio: ¿Y dónde estaba Dios el pasado martes 12 de enero, cuando un sismo se cobró más de cien mil vidas en Haití?
Para que el mundo se acabe deben cumplirse antes ciertos acontecimientos
Advierte san Pablo: «Por lo que respecta a la venida de nuestro Señor Jesucristo... os rogamos, hermanos, que no os alarméis... por alguna manifestación del Espíritu, por algunas palabras... que os hagan suponer que está inminente el Día del Señor... Primero tiene que venir la apostasía y manifestarse... el Hijo de perdición» (II Tes 2, 1-3).
Esto significa que el mundo no se acabará sin que antes sobrevenga una serie de acontecimientos.
De invención más o menos reciente y creída por las sectas fundamentalistas, esta enseñanza, contraria a la Tradición y a las Escrituras, está siendo aceptada por católicos despistados
Éstas son, hasta ahora, las más famosas fechas fallidas de los «profetas» del fin del mundo
+ Año 1843.- William Miller, estadounidense ex-bautista y fundador de la secta «Adventistas Evangélicos», publicó en 1836 el escrito Evidencia sacada de las Sagradas Escrituras y de la historia acerca de la segunda venida de Cristo en derredor del año 1843. Esto atrajo multitudes; sus seguidores abandonaron sus cosechas, sus trabajos y donaron sus pertenencias, quedando en la miseria cuando la predicción no se cumplió.
En cuestiones del fin del mundo, la necesidad de conversión no es algo que suela entrar dentro del esquema mental del común de los mortales; pareciera preferible darle mayor crédito a lo que dice la New Age, las «profecías» mayas o las películas de Hollywood, que a lo que Dios mismo ha revelado a través de las Sagradas Escrituras.
«Los católicos dan mucho testimonio de milagros que, supuestamente, han hecho sus ‘santos’. Los mormones dan el mismo testimonio de los suyos hechos por sus ancianos. Los diferentes grupos de pentecosteses dan testimonio de los supuestos milagros que han hecho por medio de oraciones a Dios y del poder del Espíritu Santo. Pero bien sabemos que el Espíritu de Dios no está con los católicos, los mormones, ni los pentecosteses al mismo tiempo... Pero todos dan el mismo testimonio y el testimonio de cada grupo tiene la misma fuerza.
Desde que Malthus publicó su teoría en el siglo XVIII, el temor de que haya tantas personas en el mundo que falte espacio y comida para todos, con las consecuencias que ello acarrearía, ha sido causa de muchas políticas encaminadas a evitar que nazcan muchos niños.
«¿Cuál debate?» me dirá usted. Y tiene razón. Porque, tristemente, aunque haya quien diga que hay debate, la realidad es que no se ve por ningún lado tal debate. Sí, hay muchos que han escrito y hablado sobre esta encíclica. Pero, estrictamente, no se ha debatido