Desde que Malthus publicó su teoría en el siglo XVIII, el temor de que haya tantas personas en el mundo que falte espacio y comida para todos, con las consecuencias que ello acarrearía, ha sido causa de muchas políticas encaminadas a evitar que nazcan muchos niños.
Jacqueline R. Kasun, economista estadounidense, ofrece consideraciones que ayudan a desenmascarar el engaño que ello esconde. Con simple aritmética muestra cómo es falsa la afirmación de que llegará el día en que no haya espacio para todos los terrícolas. Toda la población mundial actual cabría en el estado de Texas, sin que con ello se rebasara la densidad de población de sitios como el Bronx, en Nueva York. Eso sin contar con que, debido a las políticas de control natal, la población mundial está decreciendo de forma que hace temer un declive poblacional irreversible.
En 1992 el Banco Mundial predijo una población de diez mil millones para el 2050. La actual predicción, para el mismo año es de sólo nueve mil millones. Y sigue bajando.
Respecto a culpar al crecimiento poblacional de la disminución de recursos forestales, la doctora Kasun responde que en los últimos 50 años las zonas boscosas del planeta no se han reducido. Curiosamente, los países menos densamente poblados son los que tienen mayor tasa de deforestación. Tampoco hay pruebas científicas que vinculen la extinción de especies animales con el crecimiento poblacional.
Y en lo tocante a los alimentos, las cifras de la FAO muestran que en años recientes el abasto de alimentos superó en 50% las necesidades de los países desarrollados, y en 17% el de los que están en desarrollo. Del 1962 al 1991 se duplicó el abasto alimenticio del mundo. ¿Peligro por sobrepoblación? El verdadero peligro es pensar que a la única persona a quien debemos algo es a nosotros mismos (Caritas in Veritate, 43).