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Padre Alejandro Cortés González-Báez

Como en el circo romano

Era cuestión de tiempo, tarde o temprano pero tendría que llegar el momento en que se orquestara la pretendida polémica sobre la despenalización del aborto. Quieren que nosotros estiremos el brazo, con el dedo pulgar apuntando hacia abajo, para autorizar que se pueda matar impunemente, y además gastando en ello nuestros impuestos, con lo cual nos hacemos cómplices. En definitiva, los abortos pueden ser naturales o provocados, exactamente igual que la muerte de las personas mayores quienes pueden morir por enfermedad o asesinadas.

¿Cómo que “mi dinero”?

¡Cómo que “mi dinero"?

Nota introductoria: Si usted no está dispuesto a soportar mi mal humor de hoy, no lea este artículo. Ahora bien -escasos lectores - permítanme aclarar, que de vez en cuando, en la actividad pastoral, los sacerdotes nos topamos con historias matrimoniales producto de una muy curiosa forma de pensar, y que son el motivo de mi disgusto en esta ocasión. Pero antes de tratar el tema permítanme poner un ejemplo para ilustrarlo.

¿Amigos?

 

Hace poco publiqué un artículo titulado “Sí se puede” donde mencioné cómo dos catedráticos universitarios habían tenido como alumnos al hijo del otro, y cómo uno de ellos, aprobó su alumno “en razón de su amistad con su padre” aunque el muchacho no había estudiado lo necesario, a diferencia de su colega quien había reprobado al hijo del primero por no saber la materia.

¿A cuánto me lo dejas?

Recuerdo que siendo niño acompañaba a mi madre al mercado de la Colonia Escandón. Meterme en aquel mundo de colores, olores y sabores, suponía para mí un curioso gozo, que debía pagar sirviendo de “tameme” o, más elegantemente dicho, “gerente ejecutivo del departamento de transporte de mercancías”. Dichas experiencias me permitieron contemplar ese maravilloso juego de ingenio que llamamos “regateo”.

¡Viva México! ... ¿pero cuál?

Viva México es sin duda una de las frases más repetidas... por la publicidad en el mes de septiembre: “el mes de la Patria”. Nótese el peligro de esta expresión tan curiosa como el famoso “día de la madre”. No cabe duda que todos nos sentimos llenos de orgullo patrio... pero sólo un día al año y cuando juega la selección de futbol hasta el momento en que pierden el partido, claro está.

¡Que mueran los curas!

¡Que mueran los curas!

En este mundo matraca parece que estamos obligados a despertar cada día sabiendo que los periódicos y la televisión nos presentarán un nuevo invento. Hoy será un shampoo que sirve también como pasta de dientes y puede degustarse como postre en la comida. Mañana, será un reloj de pulso con teléfono celular, marcapasos para los que padecen del corazón, banómetro y barómetro. Para el miércoles, nos tendrán preparada una máquina de coser, de baterías solares, que cosa ropa, y cueza huevos rancheros.

¡Qué aburrimiento!

Nunca antes en toda la historia de la humanidad habíamos contado con tantos medios para aprender, divertirnos y ejercitarnos, y sin embargo, quizás seguimos tan aburridos como aquellos antepasados nuestros que al final de la jornada simplemente salían al portal de la casa a platicar de todo y de nada esperando que llegara la hora de cenar y acostarse.