Jorge Enrique Mújica L.C.
¿Existen los sacramentos en internet? ¿El «networking» es una experiencia eclesial de comunión? ¿La liturgia puede ser reproducida técnicamente en el mundo digital? ¿Se puede participar en eventos litúrgicos mediante una presencia virtual? A estas interrogantes da respuesta un artículo publicado por Antonio Spadaro en La Civiltà Cattolica (cf. «Liturgia e tecnología», 16 de abril de 2011, p. 107-120).
La pregunta también podría ser esta: «¿por qué el Papa no usa las redes sociales?». Lo hemos escuchado hablar de ellas (véase, por ejemplo, «El magisterio de la Iglesia sobre las redes sociales»), se nota que las conoce, y en los últimos años hemos visto una creciente y progresiva presencia institucional y oficial de la Iglesia, de la Santa Sede, en internet, concretamente en redes sociales como YouTube, Facebook, Blogger y Twitter; ¿entonces por qué no las usa?
Ninguna otra beatificación había suscitado tanto interés. Posiblemente porque ningún otro candidato gozaba de tanta fama y quizá también porque no se contaba con la facilidad para difundir un evento de esta magnitud usando otros canales de comunicación distintos a la tevé o a la radio tradicionales.
Internet y sus redes sociales, Facebook, Twitter y YouTube, especialmente, se han convertido en vehículos propagadores de lo que se puede llamar uno de los «eventos católicos» de 2011: la beatificación de Juan Pablo II.
«Estoy indignada, amargada, escandalizada, confundida. Leo las iniciativas para adoptar perros a distancia. Veo en los supermercados escaparates enteros dedicados a alimentos para animales, para su cuidado, para que jueguen… ¡Para que jueguen! Repito: yo amo a los animales, pero ¡santo Dios! En Adua los niños mueren de diarrea, a veces sólo porque falta una jeringa para ponerles suero y rehidratarlos».
«Pueden contarme entre esas hijas insatisfechas de la revolución sexual». Son palabras de una mujer que trae una vida de desenfreno a sus espaldas. Periodista especializada en música rock, colaboradora de publicaciones tan importantes como Billboard, Mojo, Salon o New York Press, su vida pasada osciló entre el desenfreno sexual y el feminismo autodestructivo.
Imagine que una mujer de 41 años, que ha logrado muchos éxitos en su vida profesional, decide al fin tener un bebé. Como es comprensible, tiene dificultades, dada su edad.
Es la congregación religiosa más joven del mundo. Lo anterior en dos sentidos: 1) porque la mayoría de las casi doscientas integrantes tienen entre 18 y 35 años, y 2) porque fueron un regalo de Dios a la Iglesia en diciembre de 2010 (reconocidas como congregación de derecho pontificio). Se llaman «Iesu communio» y el diario oficial de la Santa Sede les ha llamado «las religiosas en jeans» (cf. L´Osservatore Romano, 21.02.2011, p. 6).