Roma, 26 de mayo de 2011.- La aparición y rápida difusión de dispositivo móviles que consienten descargar programas y aplicaciones para favorecer la vida de fe y oración comienzan a arraigar también entre el clero, religiosas y laicos católicos. Para profundizar sobre el tema, entrevistamos al padre Edward McNamara, L.C., profesor ordinario de teología sacramental y liturgia en el Ateneo Pontificio Regina Apostolorum. El padre Edward ha participado como experto en el sínodo sobre la Eucaristía y es colaborador habitual de la agencia ZENIT con una columna sobre liturgia.
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Jorge Enrique Mújica: Cada vez más, sobre todo en países de Europa y Norteamérica, se ve un uso más marcado de las tecnologías de comunicación e información por parte de personas consagradas. Quizá por lo «novedoso», a algunos les resulta extraño o incluso contradictorio que un sacerdote o religiosa use ese tipo de herramientas. ¿Existen disposiciones disciplinares de la Congregación para el Culto Divino y Disciplina de los Sacramentos o de alguna Conferencia Episcopal sobre la conveniencia o no de usar estos instrumentos?
P. Edward: Dado que la explosión en el uso de estos medios es relativamente reciente y la Iglesia suele tomar tiempo para reflexionar y evaluar los acontecimientos, todavía hay poco o nada al respeto. La Santa Sede está estudiando la cuestión bajo varias perspectivas, por ejemplo sobre el uso de estos medios en los seminarios.
Por lo general se ve una actitud de prudente apoyo al uso de las nuevas tecnologías como medios de evangelización, sin ignorar los peligros que pueden constituir, como por ejemplo la «necesidad» de dedicar a veces muchas horas para mantener contactos anónimos.
JEM: En los últimos años hemos visto un creciente desarrollo aplicaciones digitales para promocionar el rezo del Rosario, el breviario (I-breviary) e incluso un programa de Apple para preparar la confesión. ¿Qué valoración se puede hacer de esto?
P. Edward: Creo que estas iniciativas son muy positivas para la formación cristiana y para la evangelización. A fin de cuentas son un desarrollo de elementos que ya existían como folletos y pequeños tratados, con la ventaja que con relativamente poco costo se puede distribuir material de alta calidad a muchas personas. Además, a través de enlaces una presentación sencilla puede dar al usuario interesado acceso inmediata a un contenido formativo muy amplio.
JEM: En algunos lugares el I-Pad –por poner un ejemplo– está siendo utilizado como misal. Hay quienes piensan que no es correcto el uso de medios como ese para la misa o la liturgia en general, que se «deben» seguir utilizando los libros específicos para ella. Otros aducen que el libro es también un «medio» y que entonces lo que importa no es el instrumento, el soporte, sino el uso que se le da al instrumento. Hay no pocos foros donde se discute todo esto y he sido participe y testigo de la disparidad de opiniones. ¿Qué nos puede decir al respecto?
P. Edward: Por un lado el misal y los demás rituales de los sacramentos, en cuanto libros, son instrumentos para conocer los ritos y textos que la Iglesia propone para cada celebración. El uso de un I-Pad, u otra tableta electrónica, fácilmente puede contener a la vez todos los libros litúrgicos y en diversas lenguas. Además, a diferencia del libro, el sacerdote puede ajustar el tamaño de letra a su comodidad.
Al mismo tiempo hay una objeción que me parece importante. La Iglesia, por tradición, reserva un uso exclusivo a los objetos litúrgicos. Bajo esta perspectiva el misal no es sólo un libro-instrumento sino un símbolo litúrgico que recibe una bendición especial que lo reserva para el uso del altar. No parece de todo digno de Cristo que un sacerdote termine de celebrar la Misa con una tableta para luego pasar inmediatamente a revisar su correo o leer el periódico con el mismo instrumento. Quizás la solución sería la producción de tabletas para un uso exclusivamente litúrgico que elimina esta objeción mientras conserva las ventajas
JEM: Hemos mencionado el I-Pad pero algo análogo se puede decir de otros dispositivos en los que se lee la liturgia de las horas… ¿Cuáles podrían ser algunos criterios de uso para esos dispositivos en relación con la liturgia, la oración, la vida de fe por parte, sobre todo, de personas consagradas? ¿Usted usa alguno de esos aparatos?
P. Edward: Personalmente sigo usando el mismo oficio divino desde hace más de 20 años. El libro tiene más posibilidad de llegar a ser depósito de las asociaciones y recuerdos personales que un instrumento técnico. Sin embargo, no cabe duda que la posibilidad de poder siempre tener el oficio en el teléfono o tableta es una gran ventaja para los que tiene que viajar continuamente. La capacidad de orar es algo sumamente personal y cada uno tiene que decidir por sí mismo si el instrumento técnico es una ayuda o un estorbo para unirse con Dios.
Se deben considerar también algunos puntos como el testimonio de la pobreza cristiana. Podría ser un anti-testimonio que un alma consagrada use instrumentos que están todavía fuera del alcance de muchas personas. Ciertamente es una cuestión temporal en el mundo tan fluido de la tecnología, pero merece ser tomada en consideración.
Otra cosa es la oración comunitaria del oficio y cada comunidad de almas consagrados tendría que reflexionar cómo proceder para que las celebraciones del oficio divino sean una verdadera alabanza a Dios hecha en comunión.