Pasar al contenido principal

santidad

Santidad y vida pública

Estamos acostumbrados a pensar en el “santo” (obviamente no el luchador de las películas) como un ser particular, hasta cierto punto ajeno a los problemas sociales, que vive pendiente de una realidad trascendente, a la que considera imprescindible. Desde el Vaticano II la Iglesia no se ha cansado de predicar lo contrario: todos estamos llamados a buscar la santidad, cada uno en el lugar que ocupamos en la sociedad. Sin embargo, también hay que decirlo, la grandísima mayoría de las canonizaciones son todavía de sacerdotes y religiosos.

Santidad para los jóvenes

Se podría afirmar que Benedicto XVI simple y sencillamente se descaró con los jóvenes en su reciente viaje al Reino Unido. No se anduvo con rodeos y se fue a lo esencial: “hay algo que deseo enormemente deciros. Espero que, entre quienes me escucháis hoy, esté alguno de los futuros santos del siglo XXI". ¿Qué espera el Papa de los jóvenes de Escocia y del mundo entero por extensión? ¡Que sean santos!

¿Quedan santos todavía?

El santoral pertenece a nuestra cultura. Ya sea por devoción, ya sea por costumbre, nos referimos a los santos y les pedimos milagros. Pero quizá pocos son los que saben quiénes son y qué hacen los santos.

Los santos de la Iglesia Católica no son dioses ni seres mitológicos. Son seres humanos que recibieron el bautismo, y fueron ejemplares en el seguimiento espiritual de Jesús, de modo que lograron que sus propias vidas se configuraran con la vida y las enseñanzas de Jesucristo, porque la santidad consiste en parecerse espiritualmente a Cristo.

En recuerdo de aquellos días

El 17 de mayo de 1992 Juan Pablo II beatificó en Roma a Josemaría Escrivá de Balaguer, fundador del Opus Dei. Fue el 6 de octubre de 2002 cuando el mismo Juan Pablo II canonizaba al que llamó “el santo de lo ordinario”, y fijó el 26 de junio para su celebración anual. En recuerdo de aquellos días recogemos hoy un extracto de la homilía del entonces cardenal Joseph Ratzinger, del 19 de mayo de 1992. Así se expresó el que, años después, vendría a ser el Papa Benedicto XVI. 
***

Al romper la barrera del sonido

1. Para saber

    Hace pocos días Benedicto XVI, al recibir a varios obispos de Latinoamérica, señaló que si la Iglesia se convierte en una Iglesia misionera, superará sus problemas.

     La meta, señaló el Santo Padre, debe ser que "cada fiel aspire a la santidad tratando personalmente con el Señor Jesús, amándolo con perseverancia y conformando la propia vida con los criterios evangélicos, de modo que se creen comunidades eclesiales de intensa vida cristiana".