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La voz del Papa

En recuerdo de aquellos días

El 17 de mayo de 1992 Juan Pablo II beatificó en Roma a Josemaría Escrivá de Balaguer, fundador del Opus Dei. Fue el 6 de octubre de 2002 cuando el mismo Juan Pablo II canonizaba al que llamó “el santo de lo ordinario”, y fijó el 26 de junio para su celebración anual. En recuerdo de aquellos días recogemos hoy un extracto de la homilía del entonces cardenal Joseph Ratzinger, del 19 de mayo de 1992. Así se expresó el que, años después, vendría a ser el Papa Benedicto XVI. 
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La verdad sobre la familia

Al atardecer, antes de que nos invada la oscuridad de la noche, en nuestras ciudades resplandece el alumbrado público que les brinda una especial belleza. ¿Qué sería si fallara ese inestimable servicio? De hecho, cuando ha ocurrido, las consecuencias son catastróficas.

Al romper la barrera del sonido

1. Para saber

    Hace pocos días Benedicto XVI, al recibir a varios obispos de Latinoamérica, señaló que si la Iglesia se convierte en una Iglesia misionera, superará sus problemas.

     La meta, señaló el Santo Padre, debe ser que "cada fiel aspire a la santidad tratando personalmente con el Señor Jesús, amándolo con perseverancia y conformando la propia vida con los criterios evangélicos, de modo que se creen comunidades eclesiales de intensa vida cristiana".

Todos con Benedicto XVI y él con todos

Estamos celebrando con especial alegría el cumpleaños del papa Benedicto XVI, 16 de abril, y el cuarto aniversario de la inauguración de su pontificado, 24 de abril. Aunque él no acostumbra celebrar su cumpleaños, sino el día de su santo -19 de marzo, san José-, sus amigos celebramos con gusto las dos fechas y lo felicitamos doblemente. Los creyentes y mucha gente -que, aún sin ser creyentes lo sienten cercano-, nos gozamos también celebrando cada año el 24 de abril. ¡Felices aniversarios, Benedicto XVI!

Y después de la muerte, ¿qué hay?

1) Para saber

El Papa Benedicto XVI con motivo de la Pascua felicitaba con unas palabras de san Agustín: "La resurrección del Señor es nuestra esperanza". Y explicaba que Jesús resucitó para que nosotros, aunque destinados a la muerte, no desesperáramos, pensando que con la muerte se acaba totalmente la vida; Cristo ha resucitado para darnos la esperanza.

Hambre y sed de Dios

A nadie le sobra nada. Ni a los que tienen mucho ni a quienes tienen poco y, no obstante su incierta esperanza, saben ayudar a tantos que les falta lo necesario. Debe ser también una experiencia gozosa compartir con otros la propia abundancia. 

Para todos es la llamada interior de Cristo: “hay más alegría en dar que en recibir”. En dar, en servir, está la clave de la alegría y de la paz que todos ansiamos. Tal vez sea la clave para darle sentido a la vida; sentido que -nos descubre Frankl- no está ni en gozar ni en tener, sino en dar, en amar.