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Padre Mariano de Blas L.C.

América Cristiana

América cristiana

Fecha memorable:

Juan Pablo II se hizo navegante del aire,

en dirección a Santo Domingo,

haciendo escala de devoción

en el Pilar de Zaragoza.

Vino a abrir las puertas del nuevo mundo;

puertas a medio cerrar

por el viento de los problemas sociales y religiosos

de cinco siglos.

Vino a decirle a la América católica,

lo que dijo otra ocasión a Europa:

-“Se tú misma, descubre tu identidad,

que no es otra que el cristianismo”.

Una mañana en el campo

Una mañana en el campo

Una mañana pasada en el campo.

Me encanta la vida en el campo.

Son mis amigos losárboles,

las montañas, los lagos,

el sol y las estrellas;

los amaneceres y las puestas de sol.

Hasta los grillos nocturnos

y las mariposas

me llenan de alegría .

No quisiera perder esta simpatía entrañable

hacia esos emisarios de la gloria de Dios.

Sólo con amor

Sólo con amor

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De tanto llorar

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se me han vuelto de piedra los ojos.

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De noche, al acostarme,

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lloro por esa fe que no tengo,

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que no tengo y quisiera tener.

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Esta tarde escuché estas palabras de un santo:

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“He aguantado y aguanto a los sesenta y nueve años,

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luchando, sufriendo lo indecible,

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porque hay una fuerza que me sostiene en pie:

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El amor.

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Se lo digo por si les sirve”.

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El espíritu y la carne

El espíritu y la carne.

Puedo convertir la vida en un infierno,

un infierno verdadero.

Y puedo convertirla en un cielo de verdad.

Quiero para el futuro elegir lo segundo.

El cuerpo poco ayuda en esos asuntos

porque ya se dijo que la carne es flaca.

Pero el espíritu está pronto,

es capaz de todos lo milagros,

es capaz de amar apasionadamente,

de vibrar de entusiasmo,

de creer y esperar terriblemente,

de entregarse del todo y para siempre.

Corazon Sano

Corazón sano

El corazón de un leproso

suele estar sano,

aunque su cuerpo

esté cubierto de costras.

Mi corazón

es lo único que me puede salvar.

El amor, cultivado a toda hora

es mi ayuda, mi abogado,

mi única salvación.

Estoy por celebrar

la misa del Espíritu Santo

junto a la cascada,

junto al agua de nieve

que baja de la montaña,

agua fresca, limpia,

agua que enamora.

Lagrimas inútiles

Lágrimas inútiles

El agua salada que mana de los ojos

sirve sólo para limpiar el barro de la cara,

pero no para resolver los problemas.

Debes hacerte una terapia

de tus actitudes,

convirtiendo el pesimismo y sus secuaces

en alegría,

entusiasmo y esperanza.

Si tienes ganas de llorar,

sonríe.

Si tienes ganas de gritar,

reflexiona.

Mi pequeña primavera

Mi pequeña primavera

Los pensamientos tristes

han florecido en mi campo por hectáreas.

Nacen y mueren solos.

Pero plantar buenas flores

ha resultado ímproba tarea.

Mas han crecido algunas:

Son la pequeña primavera de mi jardín

en medio de los cardos, ortigas

y selva que lo circundan.

Mi pequeña primavera,

que yo puedo hacer eterna,

si eternizo mis flores.

Cavilación

Cavilación

Si la mente agarra un hueso,

como un can hambriento,

le dará vueltas y vueltas.

La cavilación que rasca y rasca la herida

provoca la sangre primero,

luego la infección

y aún la putrefacción.

Si ocupo las manos

en una tarea absorbente,

obligo a las tenazas de la cavilación

a aflojar la pinza

y relajan la tensión;

y la mente es habilitada

para ver los problemas con objetividad

y encontrarles solución.

El dia que me rinda

El día que me rinda

Estoy herido en las alas

y no puedo volar.

Esfuerzos hago, trato de levantar el vuelo,

pero todo se reduce a saltos, a brincos,

que terminan de bruces en el suelo.

Claro que no me resigno:

Todos los días comienzo,

todos los días emprendo de nuevo la lucha

por los grandes ideales

y vuelvo a empezar.

Esto importa mucho.

Porque el día que me rinda,

habré muerto.

Dejar de luchar equivale a morir.

Formación integral

Formación integral

Si son piadosos nos parece poco.

Si son grandes apóstoles es insuficiente.

Si descuellan por sus valores humanos

aún no basta.

Se requiere una formación entera.

Todo el hombre:

la inteligencia, el corazón, la voluntad,

sin excluir los sentimientos y pasiones,

pasados por el taller del orfebre.

Así deben ser los hombres de Dios,

los que nos deben guiar