El espíritu y la carne.
Puedo convertir la vida en un infierno,
un infierno verdadero.
Y puedo convertirla en un cielo de verdad.
Quiero para el futuro elegir lo segundo.
El cuerpo poco ayuda en esos asuntos
porque ya se dijo que la carne es flaca.
Pero el espíritu está pronto,
es capaz de todos lo milagros,
es capaz de amar apasionadamente,
de vibrar de entusiasmo,
de creer y esperar terriblemente,
de entregarse del todo y para siempre.
El alma es una centella divina,
está hecha de espíritu inmortal,
de material divino:
No se cansa, no se duerme, vive, grita,
pero está como encerrada dentro del cuerpo,
que a veces le impide salir.