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Cavilación

Cavilación

Si la mente agarra un hueso,

como un can hambriento,

le dará vueltas y vueltas.

La cavilación que rasca y rasca la herida

provoca la sangre primero,

luego la infección

y aún la putrefacción.

Si ocupo las manos

en una tarea absorbente,

obligo a las tenazas de la cavilación

a aflojar la pinza

y relajan la tensión;

y la mente es habilitada

para ver los problemas con objetividad

y encontrarles solución.