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Padre Fernando Pascual L.C.

Desde el pozo, hacia el cielo

No ocurre sólo en las películas. Unos soldados cansados, un capitán extenuado, tristeza, rabia y desesperanza... De repente, una música, un chiste, un discurso inspirado, y todos recobran energías: vuelve cada uno a su puesto de batalla, con la ilusión de hacer su parte, de cumplir su misión...

No ocurre sólo en las películas. También en la vida real muchos de nosotros hemos vivido situaciones parecidas.

Dejar un lugar a Dios

Estamos llenos de ocupaciones. Desde que suena el despertador, por la llamada, miles de reclamos nos absorben. Hay que lavarse bien, desayunar alguna cosa, ver que en casa todo esté en orden, llegar a tiempo a trabajo, cumplir con las pequeñas o grandes responsabilidades de todos los días...

Déjame esperar, Señor

Señor, te agradezco el sol, el viento, la sonrisa de una madre, el canto del jilguero. Te agradezco las horas de alegría con los míos, los ratos de trabajo y de esfuerzo. Te agradezco la salud con la que me permites trabajar por mis hermanos.  

Pero a veces, Señor, la vida nos sorprende. Nos hieren las angustias de los hombres, la injusticia, el hambre de los niños, el llanto de los viejos.  

Es bueno que tú existas

Cada vida humana inicia desde el amor y para el amor. El amor de unos padres es tan rico, tan poderoso, que permite el nacimiento de nuevos hijos. Ese amor se prolonga, continúa, en la acogida a esos hijos, en la atención a sus necesidades más elementales (leche, calor, curas médicas), en el ofrecimiento de una educación para avanzar hacia la edad madura, hacia el enriquecimiento de la inteligencia y de la voluntad.

Está mi futuro en algún libro?

Nos encantaría llegar a saber qué va a pasar mañana, en una semana, en un mes, en un año. Porque así haríamos planes para el futuro, porque podríamos estar preparados para algo difícil, porque se encendería la esperanza ante un horizonte positivo, porque tomaríamos fuerzas y vitaminas para cuando llegase una enfermedad que ya no sería inesperada.

El viento en una tarde de verano

Un niño juega con el viento. Quiere atraparlo, pero se le escapa de las manos.

El aire ríe. Sabe que la niñez, como todas las edades, es algo fugitivo: huye para no volver más. La tormenta explota, en medio de los rayos y las sombras. Los pétalos de las flores caen veloces. El agua corre por las calles y las nubes se alejan después de haber bañado los montes y los valles.

El viaje de regreso

Estamos en camino. Preparamos el viaje con aquello que será más necesario. Luego, tomamos el coche o el tren, el barco o el avión: el viaje inicia.

Subidas y bajadas, valles y montañas, puentes y túneles. Todo pasa más o menos rápido, mientras el tiempo nos acerca al lugar de destino, mientras los kilómetros nos dicen que falta poco para el final de nuestro viaje.

El sueño del hombre y el sueño de Dios

Soñar no es algo sólo para niños. Los grandes también necesitamos momentos de fantasía en los que la vida brille de un modo distinto, fresco, alegre. Es cierto que no podemos vivir en los sueños. Los sueños no producen computadoras, ni construyen rascacielos, ni llenan los bolsillos con un poco de dinero. Pero, ¿de qué sirve tener comida, casa y familia si falta esa ilusión y esa alegría que da un toque especial a todo lo que nos rodea?