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Déjame esperar, Señor

Señor, te agradezco el sol, el viento, la sonrisa de una madre, el canto del jilguero. Te agradezco las horas de alegría con los míos, los ratos de trabajo y de esfuerzo. Te agradezco la salud con la que me permites trabajar por mis hermanos.  

Pero a veces, Señor, la vida nos sorprende. Nos hieren las angustias de los hombres, la injusticia, el hambre de los niños, el llanto de los viejos.  

Entonces, Señor, déjame esperar. Cuando te pido la lluvia y la sequía amordaza a los más pobres. Cuando te pido la paz y se desatan, de nuevo, los cañones. Cuando te pido justicia, y hombres explotan a otros hombres...  

Déjame esperar cuando el cielo parezca de hielo, cuando el mal se extienda por el mundo, cuando los terroristas maten sin compasión a hombres y mujeres, jóvenes y ancianos, cuando haya hombres que exploten y abusen de los niños.  

Déjame esperar cuando te rezo por un familiar, y su salud empeora. Cuando te pido por un pecador, y continúa en sus miserias. Cuando te pido por mi conversión, y me acuesto, noche tras noche, con la misma lista de pecados y traiciones.  

Déjame esperar cuando el pecado vuelva a aparecer en mi vida, cuando me señalen por mis faltas, cuando la tristeza y el llanto no pueda cancelar el mal que he hecho, cuando el demonio me susurre que todo está perdido.  

Déjame esperar, Señor. Puedes permitir que pierda la salud, que me traicionen mis amigos, que llore por la muerte de mis padres, de aquellos que más quiero. Puedes quitarme las energías para trabajar, para dedicar mi vida a los que viven a mi lado. Puedes encerrarme en una cápsula de vidrio, días, meses, años, aislado del mundo, sin saber por qué, sin saber hasta cuándo.  

Pero no me quites, Señor, la esperanza. Déjame esperar y ayúdame a amar. No podemos vivir sin mirar esa cruz que no te pudo. No me dejes olvidar que saliste del sepulcro. No permitas que me aparte de tu Espíritu. Haz que sienta que tu Padre, que es también mío, me mira y me ama, aunque no comprenda el porqué de un camino de fracasos y de penas.  

Déjame esperar, Señor, al menos este día. Mañana... No sé si habrá mañana. Hoy, este día, estas horas que corren entre mis manos, déjame vivir con un corazón lleno de esperanza...