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El tejido de la vida

La marcha de la vida nos llena de acontecimientos. Hay momentos en los que todo parece ir mal. Un accidente, una muerte extraña de un familiar, el inicio de un juicio, problemas y discusiones por parte de la herencia, una calumnia lanzada al vuelo por quien antes parecía un amigo, tal vez un secuestro o un crimen. Se asoman, detrás de cualquier esquina, peligros y amenazas, enfermedades y accidentes. Nadie puede sentirse seguro: ni los jóvenes ni los ancianos, ni los “buenos” ni los “malos”, ni los ricos ni los pobres.

El sí a la vida quien sufre por amor

“Estoy tetrapléjica, apenas veo, no puedo hablar, me alimento y respiro de manera artificial y dependo de los demás absolutamente para todo. Mi materia está presa, pero mis pensamientos y sentimientos son libres. Nadie puede pensar o sentir por mí. En eso y sólo en eso soy libre. No faltan los que opinan que soy un vegetal y que mi vida no tiene valor ni sentido, pero un vegetal que piensa y siente puede ser capaz de escribir y hacer pensar y sentir a los demás. Cada mañana siento que estoy viva, aunque mi cuerpo está paralizado...”

Hacia el encuentro con la Vida

Desde que nacemos, toda nuestra vida es un continuo frenesí. Primero, la velocidad de un embrión, de un feto, que crece y crece con energías insospechadas. Luego, las inquietudes de un bebé, sus lloros, su sonrisa, sus sueños y sus pataleos. Llegan en seguida los primeros pasos, la aventura de un idioma, el descubrir mil cosas nuevas, el continuo “probar” con la boca a qué sabe cada clavo, pedazo de madera o juguete de plástico. Luego, el deseo de mayor libertad, los coscorrones, el inicio del parvulario...

El Sudoku de la vida

El Sudoku de la vida

El Sudoku ha tenido un éxito sorprendente. Parece fácil tener que rellenar 9 grupos de 9 casillas cada uno con los números del 1 al 9, sin que se repita ningún número ni en las filas ni en las columnas. Pero luego, a la hora de solucionar los distintos problemas, se descubren dificultades no esperadas, y más de una vez hay que tachar una solución para volver a empezar casi desde el cero.

No me da la vida

Hay tantos recuerdos que quisiera revivir.

Hay tantos amigos con los que gozaría tomándome un café, durante las bellas horas de una tarde.

Hay tantos lugares que desearía conocer.

Hay tantos libros que me gustaría leer.

Hay tantos otros que quisiera escribir.

Hay tantos errores que desearía corregir.

Hay tantas heridas que quisiera aliviar.

Hay tantos conciertos que ansío escuchar.

Hay tantas cumbres que anhelo ascender.

Hay tantas tonterías que quisiera no haber escuchado.

Hay tantas críticas que preferiría no haber oído.

La vida, ¿valor laico o religioso?

Algunos oponen como si fueran contradictorios dos modos de valorar la vida humana: la valoración “laica” y la valoración “religiosa”. Piensan que, en la vida pública, el valor de la vida humana no puede radicar en principios religiosos que no son compartidos por algunos (tal vez muchos) miembros de la sociedad. Creen que la “sacralidad” de la vida es algo que debería quedar relegado a las sacristías o al bisturí de algún médico religioso.

La vida humana: Un don y un derecho

La vida humana: Un don y un derecho

De entre todos los desafíos que hoy afrontamos los mexicanos, uno destaca con especial importancia, el respeto, en su más amplio sentido, de la vida humana. Atender con gran delicadeza la situación de la vida es un deber humano y cristiano. Todos debemos de trabajar por una cultura de la vida que motive realmente a que nadie, jamás, resulte excluido del desarrollo humano.