Sí al amor; no a los amoríos
Sí al amor; no a los amoríos
Miguel de Cervantes decía:
“es de vidrio la mujer,
pero no se ha de probar
si se puede o no quebrar,
porque todo podría ser”
—Fulanita, dame una prueba de amor-, dijo un joven.
— Si te casas conmigo no te doy una prueba, sino muchas. Si me amas, sabrás esperar a que estemos preparados para casarnos.
— Es que quiero saber si nos acoplamos, responde el joven.
El Siervo de Dios, Juan Pablo II, dejó un legado de dimensiones inimaginables para toda la humanidad sin excepción de raza, sexo o credo. Amó a todos, fue consciente de su misión como pastor, no sólo del “pueblo de Dios”, sino también de las “ovejas perdidas de la casa de Israel”.