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No tengo Tiempo

NO TENGO TIEMPO

 

Hasta luego, Señor, excúsame,

no tengo tiempo.

Volveré a pasar, no puedo esperar,

no tengo tiempo.

Termino esta carta porque

no tengo tiempo...

Me hubiera gustado ayudarlos pero

no tengo tiempo.

Imposible aceptar,

me falta tiempo.

No puedo reflexionar, no puedo leer,

me veo desbordado,

no tengo tiempo.

Me gustaría rezar,

pero no tengo tiempo.

(...)

Esta noche, Señor,

no te pido el tiempo de hacer esto,

y aquello y lo de más allá,

te pido solamente la gracia

de hacer bien, a conciencia,

lo que Tú quieres que haga

en el tiempo que tu me das.

 

Michel Quoist escribió este poema. El tiempo es un tema fascinante. Es un talento que todos poseemos y es el más limitado. Napoleón Bonaparte supo también de la importancia del tiempo cuando escribió: "Hay ladrones a los que no se castiga, pero que roban lo más preciado: el tiempo".

 

Todos decimos que "nos falta tiempo", pues el ritmo de la vida cotidiana se ha vuelto frenético. La Iglesia tiene una "buena noticia": Dios nos da su tiempo, dijo recientemente Benedicto XVI:  ”Nosotros tenemos siempre poco tiempo, especialmente para el Señor, no sabemos o no queremos encontrarlo. En cambio, ¡Dios tiene tiempo para nosotros! (…).Nos da su tiempo  porque ha entrado en la historia con su palabra y sus obras de salvación, para abrirla a la eternidad y hacerla historia de la alianza”.

 

El Papa habló después de los tres puntos cardinales del tiempo que jalonan la historia de la salvación: la creación, la encarnación-redención y la parusía, que comprende también el juicio universal. “Pero estos tres momentos, explicó, no pueden entenderse como una simple sucesión cronológica. La creación es el origen de todo, pero es continua y se lleva a cabo en el arco del devenir cósmico, hasta el final de los tiempos. Del mismo modo, la encarnación-redención, que acaeció en un tiempo histórico que fue el paso de Jesús por la tierra, extiende su radio de acción a todo el tiempo precedente y a todo el siguiente. A su vez, la última venida y el juicio final, anticipados en la Cruz de Cristo, ejercen su influjo en la conducta de los seres humanos en todas las épocas.

 

Este primer domingo de Adviento nos vuelve a proponer el llamamiento de Jesús: "¡Velad!", porque “en la hora que sólo Dios conoce seremos llamados a dar cuentas de nuestra existencia. Esto conlleva –concluyó el Papa- un despego de los bienes terrenos, un arrepentimiento sincero de los propios errores, una caridad efectiva hacia el prójimo y, sobre todo, un confiarse en las manos de Dios, nuestro Padre tierno y misericordioso (Angelus 1er Domingo de Adviento, 2008).

 

Gabriela Mistral tiene también un poema sobre el tiempo:

 

Toma tu tiempo para dar, pues es demasiado corto el día para querer ser egoísta.

Toma tu tiempo para trabajar, pues es el precio del éxito.

Toma tu tiempo para la caridad, pues es la clave del cielo; y el cielo

empieza aquí en la tierra o no empieza nunca...

 

La vida nos ha sido dada para buscar a Dios. La muerte, para encontrarlo. La eternidad, para poseerlo. Si logro alcanzar eso, mi vida habrá sido digna de ser vivida, de otra forma la habré malgastado, la habré perdido (Alfonso Milagro).