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Conciencia

Conciencia y Verdad: Newman y Escrivá

La modernidad ha exaltado la conciencia, descubriendo en ella el “sagrario del hombre”, el baluarte de su dignidad y la garantía de su libertad. El valor inconmensurable del individuo descansa en gran medida en su conciencia y ahí se percibe la grandeza de la persona humana y su libertad. Conciencia y libertad están mutuamente implicadas, cabe sin embargo la pregunta,  ¿verdad y conciencia también lo están?

Formar la conciencia en la verdad - El cuento de la ranita cocinada

1)  Para saber

Decía un gran filósofo griego, Aristóteles, que nacemos sin conocimientos, los cuales hay que ir adquiriéndolos poco a poco, pero cuidando en adquirir solo aquellos verdaderos, pues en todo lo que se nos presenta puede haber errores. El error es como la enfermedad del conocimiento. En el ámbito moral también hay que aprender la verdad sobre el bien, para poder obrar de modo recto y justo.

No tengo Tiempo

NO TENGO TIEMPO

 

Hasta luego, Señor, excúsame,

no tengo tiempo.

Volveré a pasar, no puedo esperar,

no tengo tiempo.

Termino esta carta porque

no tengo tiempo...

Me hubiera gustado ayudarlos pero

no tengo tiempo.

Imposible aceptar,

me falta tiempo.

No puedo reflexionar, no puedo leer,

me veo desbordado,

no tengo tiempo.

Me gustaría rezar,

pero no tengo tiempo.

(...)

Esta noche, Señor,

no te pido el tiempo de hacer esto,

y aquello y lo de más allá,

Sí al amor; no a los amoríos

Sí al amor; no a los amoríos

Miguel de Cervantes decía:

“es de vidrio la mujer,

pero no se ha de probar

si se puede o no quebrar,

      porque todo podría ser”

—Fulanita, dame una prueba de amor-, dijo un joven.

— Si te casas conmigo no te doy una prueba, sino muchas. Si me amas, sabrás esperar a que estemos preparados para casarnos.

— Es que quiero saber si nos acoplamos, responde el joven.

Con la conciencia tranquila

Con la conciencia tranquila

Alguna vez le escribí a Ricardo Arjona unas líneas en las que analizaba su canción: “Jesús es verbo, no sustantivo”, y en mi carta hacía referencia a un refrán popular muy conocido en Polonia que dice así: “Una conciencia tranquila se puede deber a una mala memoria”. Pues bien, el tema de la conciencia es de los más actuales que podamos encontrar, y lo seguirá siendo mientras el hombre siga siendo hombre.

Cómo engañar a la conciencia

Dentro de un esquema aristotélico tomista, podemos afirmar que el hombre es un compuesto consubstancial constituido por un cuerpo humano y un alma humana. Materia y espíritu formando un solo ser. En el alma, a su vez, descubrimos dos potencias superiores: inteligencia, voluntad, y además unos actos a los que conocemos como los sentimientos.

Tener conciencia de nuestra debilidad

Creo que muchas veces nuestro problema de conversión del corazón, que nos lleva a una falta de identidad, no es otro sino esa especie como de ligereza, de superficialidad con la que, al ver las situaciones que estamos viviendo, pensamos que al fin y al cabo no pasa nada. Sin embargo, puediera ser que, cuando quisiéramos arreglar las cosas, ya no haya posibilidades de hacerlo.

Ante los demás, ante la conciencia, ante Dios

Los “demás” ejercen sobre cada uno una presión muy particular. Nos miran, piensan y dicen muchas cosas sobre lo que somos, queremos y hacemos. Tal vez algunas de sus afirmaciones sean verdaderas. Otras, más o menos aproximadas. Otras, completamente fuera de lugar y sin el menor respeto hacia la justicia y la verdad. Pero el hecho de que se diga de mí una cosa u otra, de que me piensen listo o tonto, ingenuo o hipócrita, trabajador o perezoso, influye no poco en lo que yo mismo pueda llegar a creer sobre mi propia personalidad.

¿Director espiritual?

¿Director Espiritual?

Supongo que mi estado de salud puede ser de tanto interés para ustedes como el estado de Minnesota para los acapulqueños, sin embargo, permítanme comunicarles que en la puerta de mi cuarto tengo un letrero que dice: “Favor de no pasar. HOMBRE MALO”. Y entre paréntesis: (Enfermo).