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Tierra

No tengo Tiempo

NO TENGO TIEMPO

 

Hasta luego, Señor, excúsame,

no tengo tiempo.

Volveré a pasar, no puedo esperar,

no tengo tiempo.

Termino esta carta porque

no tengo tiempo...

Me hubiera gustado ayudarlos pero

no tengo tiempo.

Imposible aceptar,

me falta tiempo.

No puedo reflexionar, no puedo leer,

me veo desbordado,

no tengo tiempo.

Me gustaría rezar,

pero no tengo tiempo.

(...)

Esta noche, Señor,

no te pido el tiempo de hacer esto,

y aquello y lo de más allá,

Tierra adentro

No he encontrado mejor contrapunto, tras ver la película de Mar adentro, sobre el suicidio asistido de Ramón Sampedro, que leer con ojos humedecidos, el reportaje de ABC (20/9/04) sobre la parapléjica Olga Bejano de 41 años.

Lleva 17 totalmente paralizada de la cabeza a los pies. Apenas puede ver ni hablar. Se alimenta y respira artificialmente. Necesita los cuidados constantes de su madre y de su enfermera para sobrevivir, pero ella “no tira la toalla, que es lo fácil”.

Queda patente en el reportaje de dónde le viene la fuerza para vivir.

El cielo en la tierra

El mundo se hace más luminoso, más bello, cuando vivimos según el querer de Dios. Porque al vivir según Dios traemos un “poco de cielo” a la tierra.

“La tierra llega a ser «cielo» si, y en cuanto que, en ella se realiza la voluntad de Dios”, escribe Benedicto XVI en su libro “Jesús de Nazaret”. Puesto que, recuerda el Papa, “la esencia del cielo consiste en ser una sola cosa con la voluntad de Dios, la unión entre voluntad y verdad”.

Tierra adentro

No he encontrado mejor contrapunto, tras ver la película de Mar adentro, sobre el suicidio asistido de Ramón Sampedro, que leer con ojos humedecidos, el reportaje de ABC (20/9/04) sobre la parapléjica Olga Bejano de 41 años.

Lleva 17 totalmente paralizada de la cabeza a los pies. Apenas puede ver ni hablar. Se alimenta y respira artificialmente. Necesita los cuidados constantes de su madre y de su enfermera para sobrevivir, pero ella “no tira la toalla, que es lo fácil”.

La tierra se muere de humanidad

La tierra se muere de humanidad

Este es el impactante título con que el diario ABC (29/10) denuncia el deterioro y hasta la desaparición –al parecer irreversible- de especies vegetales y animales en la Tierra. Es evidente que por incuria, inconsciencia o egoísmo de muchos gobiernos, grupos, instituciones y personas, estamos causando un mal letal a la naturaleza.

A los poderosos de la tierra

Todos los que ejercen algún poder terrenal tienden a endiosarse. No desean oír más palabras que la adulación y la lisonja. Se creen, en su desvarío, por encima del bien y del mal. Desde que el mundo es mundo, así ha sido y así es. Hoy, con los medios amigos, o la mordaza a la oposición, buscan la justificación de su proceder totalitario. Pero olvidan que, muy por encima de ellos, hay otra Palabra que les está juzgando inapelablemente. Es la Palabra de Dios que desconocen y que les irrita grandemente, si casualmente llega a sus oídos.

A la Tierra de las Pirámides

Un viajero del tiempo de Jesús que visitaba las pirámides no las encontraba en mejores condiciones que lo hace un turista moderno, pues las pirámides fueron las reliquias de dinastías 3.000 años anteriores a Cristo. No es muy probable que María y José ni siquiera las hayan visto, pues seguramente huyeron a Alejandría donde ya había una gran comunidad judía desde hacía años.

El secreto de Tierra Santa

Por su geografía y cultura, es punto de encuentro de las antiguas civilizaciones de Egipto y Mesopotàmia, ese pequeño país de paso fue conquistado y dominado por los persas, griegos, romanos, imperio Otomano, Bizancio, los cruzados, los turcos... Edificado y destruido muchas veces, es una tierra en continua construcción. El secreto de esta Tierra santa es que ahí estuvo Jesús, y por ello ahí está el eterno conflicto (dice Covadonga O’Shea en su libro “Un viaje a Tierra Santa”). Ahí están los Santos Lugares, en medio de un cúmulo de riqueza arqueológica, antropológica y religiosa.