Asterisco, asterisco
Un amigo mío, alérgico a los contestadores automáticos, cuando al llamar por teléfono saltaba una de estas sofisticadas máquinas convertidas en recepcionistas improvisadas, exclamaba (después de la señal, ¡claro!) con impotente desesperación:
“¡¿No habrá por ahí algún ser humano?!”
Y su grito caía en el vacío virtual más inexorable.