Padre Miguel Rivilla San Martín
La noticia de su muerte me ha impactado profundamente. Era una de las figuras más polémicas del pos concilio, del tardo franquismo y de la Transición. Sacerdote y político.
Ejerció más como político -senador y huelguista- que como sacerdote. Será recordado más por sus excentricidades contestatarias para llamar la atención de la opinión pública por la independencia de Cataluña, que por su entrega al ministerio sacerdotal y pastoral.
Los humanos nos distinguimos de los irracionales porque tenemos la facultad de reflexionar e indagar sobre todo lo que nos sucede. Tanto creyentes como increyentes ante catástrofes que afectan a todos, podemos y debemos sacar las conclusiones pertinentes.
Los creyentes sabemos que Dios habla al hombre de muchos modos y maneras. Uno de ellos es por medio de los acontecimientos gratos o menos gratos de la vida- ”señales de los tiempos-”en lenguaje evangélico.
Es fácil constatar que los hombres hemos tocado fondo y casi hasta techo, en la subversión de valores religiosos, espirituales y trascendentes. La humanidad camina, en su mayoría, de espaldas al único y verdadero Dios, revelado por Jesucristo, su Hijo. Las personas rinden culto a los ídolos –“hechura de sus manos y que no pueden salvar”.Entre éstos: el poder, el dinero, el placer, el materialismo, el progreso, la ciencia, haciendo de ellos su Absoluto. Dios N. Señor, ha quedado desplazado y arrinconado.
Volver al núcleo cristiano
Ante el panorama de creciente descristianización e imparable secularización, que a ojos vistas se da en nuestra España, de nada sirven los lamentos ni enredarse en inútiles discusiones. Hay que atajar el mal cuanto antes y no andarse por las ramas.
Un verdadero cristiano ha de saber relativizar todo -trabajo, familia, política, negocios, prestigio etc.- y comprender, de una vez por todas, que DIOS ES EL ÙNICO ABSOLUTO DE SU VIDA.
En la preciosa encíclica de Juan Pablo II sobre La Eucaristía y la Iglesia , en la que ha volcado todo el amor de su corazón sacerdotal, plenamente enamorado de Jesucristo en la eucaristía, ha escrito un apartado (25 b) que merece meditarse con detenimiento por todos los cristianos y sacar las consecuencias pertinentes.
Violencia y sus raices
Por todas partes, en España y fuera de ella, vemos y oímos cómo se va extendiendo una ola creciente de disturbios, enfrentamientos, incendios, protestas, cortes de carreteras, manifestaciones y toda clase de violencias.
Con una frecuencia llamativa, casi un día sí y otro también, los diversos medios dan puntual noticia de los malos tratos, con resultado de muerte, producidos por la así llamada violencia de género, en la que las víctimas son preferentemente mujeres.
La religión cristiana en modo alguno es, como a veces aparece a los ojos de los no entendidos, como una exhibición de lutos, dolor, sufrimiento y muerte. Ni siquiera en la liturgia del Viernes santo, en que la cruz aparece como el signo principal y central de la celebración, se refleja este sentido tristón y derrotista.
En verdad la cruz es signo de dolor, de humillación, pero también es signo de victoria y de salvación. La Iglesia conmemora el Viernes santo la Pasión y muerte de Jesús.