Con una frecuencia llamativa, casi un día sí y otro también, los diversos medios dan puntual noticia de los malos tratos, con resultado de muerte, producidos por la así llamada violencia de género, en la que las víctimas son preferentemente mujeres.
El último caso acaecido, la joven de 25 años en Córdoba, muerta a causa de la violencia de su ex novio, y que ya suman la cifra de 104 víctimas en toda España, en lo que va de año. Al parecer, ni el aumento de penas del Código Penal, ni las denuncias en juzgados y comisarías, ni las medidas precautorias de los jueces para alejar del domicilio a los violentos, ni las pulseras electrónicas, logran frenar esta lacra vergonzosa.
Quizá las causas profundas de tales comportamientos estén en la carencia de unos valores espirituales y religiosos de tantas parejas, que entienden la convivencia con el otro sexo, como una suerte de lotería, nula preparación y sin compromisos serios.
Si algún lector se sintiese aludido, le brindo a que medite unas palabras de un autor ignoto y que trascribo:”Cuida mucho de hacer llorar a una mujer, pues Dios cuenta sus bellas lágrimas .La mujer salió de la costilla del hombre, no de los pies para ser pisoteada, ni de la cabeza para ser superior; sino del costado para ser igual, debajo del hombro para ser querida y adentro del alma para ser siempre amada”