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Hijo

El valor de cada hijo

Hay dos modos opuestos de ver a un hijo. El primero consiste en verlo como una posesión, como un resultado, como “algo” que satisface los deseos de sus padres. El segundo consiste en verlo como un don maravilloso que pide cuidado, cariño, ayuda, amor.

Cuando el hijo nace del amor

Un hijo puede nacer o porque se quieren sus padres, o sólo porque lo quieren sus padres, o sin quererlo sus padres. Esta serie de posibilidades (existen más) pueden ayudarnos a comprender un poco cuál sea la mejor manera de que nazcan los hijos, y por qué la fecundación artificial no es éticamente correcta.

Cuando el hijo llega enfermo...

Bentley Glass (1906-2005), un famoso genetista, escribió hace años que no debería nacer ningún hijo con defectos.

En un artículo publicado en una revista científica en 1971, decía literalmente: "En el futuro ningún padre de familia tendrá derecho de cargar a la sociedad con un hijo deforme o mentalmente incapaz". Apoyaba esta idea con la defensa del derecho a nacer con una sana constitución física y mental.

El hijo prodigo

En la parábola del hijo pródigo el hijo pide la parte de la herencia que le toca; el: Padre queda reducido a un simple transmisor de un patrimonio. Lo único que al hijo le interesa del padre son los bienes, no sus consejos, sus valores, su cariño. Pide su parte de la herencia como si su padre estuviera ya muerto. Lo que más debió herir el corazón del padre fue la ingratitud. La arrogancia inherente de todo pecado queda aquí especialmente manifiesta.  

El hijo único

No hace falta ser un experto psicólogo para entender lo que pasa a muchos niños que carecen de hermanitos. Se les ve, frecuentemente, tristes, como ausentes, egoístas, inadaptados, caprichosos y hasta frustrados .La causa está más clara que lo que aparece: su soledad vital.

El hijo soñado y el real

La historia de este “ángel” que se llama Gianluca comenzó así… Había nacido espléndido. Crecía, dormía como todos y sonreía más que todos. Era la alegría de la familia. Pero a escasos cinco meses de su nacimiento sus papás percibieron en él ciertos movimientos extraños. Nadie supo explicarles el porqué. Después de algunos análisis médicos, los doctores concluyeron que se trataba de epilepsia. Gianluca alojaba en su diminuto cuerpecito el síndrome de West, uno de los más graves que acechan el primer año de vida.

Él tiene la obediencia de un hijo.

Contemplar Belén como misterio de obediencia. El autor de la carta a los Hebreos pone en labios de Cristo, al momento de su encarnación, esas palabras que debieron conmover el corazón del Padre: Heme aquí que vengo, oh Dios, para hacer tu voluntad’. Y así fue: por obediencia María tuvo que emprender aquel penoso viaje de Nazaret a Belén, por obediencia no hubo para ellos lugar en el mesón, por obediencia la atmósfera de Belén fue la humildad y la pobreza.

Dios Padre escogió la pureza para su Hijo

Dios Padre escogió la pureza para su Hijo

Esta pureza brilla no sólo en Cristo sino también en su Virgen Madre y en San José, el casto esposo de María. En el pantano de la impureza del mundo nacen unos lirios blancos y puros. El mundo de hoy busca los placeres con avaricia. Los persigue y después siente náuseas al hartarse del amargo placer de la concupiscencia de la carne. Belén nos recuerda que la pureza excluye la impureza y que el sendero de la felicidad pasa por la fidelidad al sexto mandamiento de Dios.

Dios Padre escogió la pobreza para su Hijo

Es desconcertante y avasallador, -casi supera nuestra capacidad de sorpresa-, contemplar a Dios hecho Niño, acompañado de María y de José, rodeado de unos animales y metido en una cueva excavada en la montaña, en una noche fría de invierno. El que hizo el universo, el que abrió los labios y fue obedeciendo en todo, el que dio a los demás la existencia, el que pudo escoger su forma de nacimiento, ahí está pobre, rodeado de pobreza, gozoso en la pobreza de sus padres.