Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo
Una vez iba en autobús a una cierta ciudad. Me toca estar al lado de una señora, un poquito locuaz. Me contó, como se dice, “si vida y milagros”. A mí me sorprendió como tuvo tanta confianza en mí. Desde luego, el ser sacerdote ayudó bastante.