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Los cristianos en el mundo

Según una reciente encuesta, hoy en España, no está muy bien visto el manifestarse en público como cristiano. Existe, llamémoslo así, un cierto pudor o vergüenza a significarse como tal. Quizás influya un falso respeto humano o una ignorancia de lo que encierra en sí la condición de cristiano en medio de una sociedad secularizada, donde sólo cuentan los valores materiales.

Mundo a la deriva

Sólo las personas desinformadas o ignaras podrán negar la situación caótica a que se ve abocada la humanidad en su conjunto. Gravísimos problemas de todo tipo amenazan la paz, la convivencia y el futuro de millones de seres humanos en todos los sitios del globo. No hay refugio seguro bajo el sol.

Otro mundo posible

Es un tema recurrente entre intelectuales y hombres de acción. Nuestro mundo es perfectible y mejorable. El quid de la cuestión radica en cómo lograrlo. Hasta el presente, todos los intentos han resultado fallidos. No cabe la resignación. Ni las armas, ni la técnica, ni la violencia; ni los discursos, ni las filosofías, lo han logrado. Algo es evidente. El mundo cambiará en la medida que cambien los hombres. Está en juego la libertad y no la imposición y la fuerza. Sólo la fuerza del amor lo cambiará.

Juan Pablo II, párroco del mundo

Desde dentro y fuera de la comunidad eclesial se ha reconocido a Juan Pablo II como un hombre excepcional, único, inclasificable, líder mundial indiscutible y acreedor al reconocimiento universal en favor de la paz y la justicia entre los pueblos. Juan Pablo II ha roto todos los moldes y barreras en sus relaciones personales e institucionales con los distintos gobiernos del mundo y con las demás religiones de la tierra.

El Papa que espera el mundo

Hay analistas, comentaristas y simples fieles que al manifestar sus expectativas sobre el sucesor de Juan Pablo II, se enredan de tal manera que llegan a confundir la realidad con sus personales deseos.

1- Olvidan que el Papa no es sólo papa de Europa, sino del mundo entero. El futuro no está en el viejo continente, sino en Asia. El catolicismo europeo ha dejado de ser el referente obligado para la aldea global y quizás sean los católicos hispanoamericanos los que tomarán el testigo.

Josefina Vilaseca, ejemplo de mártir en el mundo de hoy

Horta d’Avinyó, en el Bages, veló la capilla ardiente de una niña que murió por las heridas que le provocó un agresor enloquecido por la pasión. Eran los años cincuenta. “El entierro –explicaba Mn. Josep Puig- fue un acto multitudinario y con representación de gente de todo el Principado. El fervor popular pidió el inicio de la causa de beatificación y la concurrencia de gente hacia su tumba eran un acontecimiento semanal... Muchos pedían su intercesión, las gracias comenzaban a contarse por decenas y su ejemplo era contado por todos lados. Luego vino la gran defección de los años 70.

En busca del mundo perfecto

Cientos de científicos e intelectuales se habían reunido para preparar el manifiesto por un mundo perfecto.

Allí estaban médicos y biólogos, geólogos y astrónomos, meteorólogos y ambientalistas, economistas y químicos, sociólogos y psicólogos, ingenieros y matemáticos, arquitectos y agrónomos, filósofos y periodistas.

La primera sesión tenía un título atrevido y difícil: “Por la construcción de una mentalidad científica”.

¿Un mundo de problemas?

En muchos países de tradición “occidental” se vive una situación de fuertes cambios culturales, que han creado un clima de miedos y de inseguridad personal y familiar. Algunos síntomas podrían servir para retratar la situación:

-Familias pequeñas (pocos hijos, si los tienen). Esto lleva a una fuerte disminución del número de niños y a la imposibilidad práctica en mantener abiertas algunas escuelas por falta de alumnos.