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Padre Fernando Pascual L.C.

Una experiencia, una Persona


Una experiencia, una Persona

 

 

Muchos adolescentes y jóvenes dejan de ir a misa, no se confiesan, se alejan de la fe, viven incluso en peligro de pecado. Quizá porque no saben lo que dejan, o porque no les hemos enseñado bien aquello que nos distingue como cristianos, que nos hace vivir con una alegría profunda y con algo mucho más grande: amor.

  

Un nuevo sacerdote, un nuevo susurro de Dios

Dios sigue entre nosotros. Sigue en cada obispo, en cada sacerdote, en cada cristiano que vive a fondo el Evangelio. Sigue en su cariño, en la lluvia y el sol, en el pan y en el hogar, en cada niño que nace y en la fidelidad de unos esposos que se aman con locura.

Dios no se cansa de amarnos, de buscarnos, de caminar a nuestro lado. Es verdad que a veces el mal parece tan grande que nos olvidamos de su amor, que pensamos en su silencio como si fuese debilidad o impotencia.

Un tesoro escondido

 

De niños nos gustaba buscar tesoros. De grandes nos gustaría encontrarlos, hacernos con ellos sin peligros y sin graves esfuerzos.

No es fácil encontrar un tesoro que valga de verdad. Para el cristiano, sin embargo, el tesoro ya está a nuestro alcance, es posible conseguirlo en cualquier lugar, en cualquier momento.

Un profesor evolucionista

 

 

El profesor había dado una clase magistral. La química, la embriología, la paleontología, la botánica, la zoología: todo servía para probar la evolución. Darwin fue un genio (desde luego, había que mejorarlo), los neodarwinianos un portento, los etnólogos unos expertos, y... y los pobres creyentes, seres desfasados que todavía creen en la verdad de la Biblia y en el mito de que el hombre ha sido hecho a imagen y semejanza de Dios.