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Ser como niños

Nos narra Mateo (18,3) cómo dijo Jesús a sus discípulos, mostrándoles un niño: «Yo os aseguro: si no cambiáis y os hacéis como los niños, no entraréis en el Reino de los Cielos».

Caray, eso no parece fácil… ¿hacernos como niños, para entrar en el Reino de los Cielos? Bien, lo intentaremos, pero algo tenemos que saber: ¿y qué es ser como niño? ¿Cómo son los niños, a diferencia de los adultos, los mayores? ¿Qué ha cambiado en ellos al dejar de ser niños?

El demonio y los niños

Perplejo y boquiabierto se queda el lector católico al constatar la osadía, irreverencia y falta de fundamento, con que los ateos e increyentes entran a saco en el depósito de la fe y hacen mofa, con espíritu liberal y superior, de las verdades reveladas por Dios, en las que ellos alardean no creer. Tal es, entre otras muchas, la existencia del demonio.

El ilustre académico y confeso ateo, Francisco Nieva, se despacha a gusto, en una extensa colaboración ( La Razón 3/10/04) sobre el tema Los niños y el demonio.

Papás que se hacen niños

“Mi padre es grande, grande de verdad, cada vez que se convierte nuevamente en un niño”. Así cantaba un coro infantil en un festival no hace mucho tiempo. Y es que dentro de cada padre, de cada madre, se esconde siempre el haber sido un niño. A veces sale a la luz este “niño escondido”. Otras veces ese niño permanece oculto, invisible, pero no por eso deja de estar allí.

Niños soldados

Toda guerra implica un drama. Unos hombres luchan contra otros hombres, con o sin motivos válidos, para imponerse por la fuerza. En muchas guerras aparecen, entre los soldados más o menos jóvenes, algunos niños que cargan un fusil, tal vez una ametralladora, o simplemente cartucheras de repuesto.

No tenemos nada que decirnos

Hace 4 años dos jóvenes se casaron. El amor hizo que rompiesen las amarras de lo conocido y se lanzasen a la aventura emocionante del vivir juntos, con el compromiso del “para siempre” que sólo son capaces de dar los que se aman. Dos años después nacía una encantadora niña. Cuando la niña cumplía sus dos años, los esposos estaban separándose. ¿Por qué? Cuando le preguntaron eso al esposo y papá, respondió, no sin un deje de tristeza y de fracaso, con estas palabras: “No soy capaz de comunicar con mi esposa, no tenemos nada que decirnos”.  

El niño que llevamos dentro

En cada adulto vive escondido un niño. Detrás de la corbata o de la blusa, detrás de las canas o de las gafas de sol, detrás de las prisas o del espejo, detrás de la mueca de tristeza o de la sonrisa entre irónica y escéptica... permanece un niño que no acaba de morir, que desea brillar con energías nuevas.

Con los ojos frescos de un niño

Con los ojos frescos de un niño

Los niños saben descubrir cosas que los mayores quizá ya no vemos. La abeja que gira y gira para conseguir un poco más de miel entre las margaritas y los tréboles de un jardín. El chapulín que se limpia las patas de atrás antes de volver a iniciar su "concierto". El pichón que canta, monótonamente, en lo alto de un poste de luz. El remolino de polvo y basura que avanza hacia un poblado y que seguramente dejará sucia toda la ropa que se encontraba tendida después de un día de limpieza general...