Pasar al contenido principal

Niños ¿antojadizos?

Treinta de abril: Día del niño...: ¡qué hermosura! Decía un amigo: “A mí me encantan los niños...; bien asados y con un poco de mostaza”. Ya metidos en el tema de los pequeños, permítanme trasmitirles algo que me contaron no hace mucho: Un joven visitó a su hermana que acababa de dar a luz a su primer hijo (es importante anotar que el esposo de esta señora es muy feo), pues bien, cuando el muchacho cargó a su sobrino, lo único que se le ocurrió decir es: ¡Qué redondito... y qué blandito! Es lógico que a la mamá no le gustó para nada el comentario de su hermano pues nos suele preocupar mucho que los niños sean bonitos. También importa que estén sanos y, si se puede, que sean risueños; pero solemos desentendernos de su egoísmo. Claro, aquí no me refiero al de los bebés, sino al de los propiamente niños.

Esta semana, cuando entré en una tienda, pude escuchar a una señora quien le preguntó a la cajera si tenían determinado chocolate. La empleada del negocio le dijo que no, pero que tenía de otras marcas. La supuesta compradora le dijo que necesitaba esa marca concreta, pues mis hijos -dijo ella- son muy “antojadizos”. He de confesar que aquella expresión me produjo una gran impresión. ¿Por qué no habrá dicho: “No he sabido educar a mis hijos”? puesto que antojadizo es sinónimo de caprichoso, voluble, arbitrario, veleta, inconstante, inconsecuente, incontinente, desmedido, maniático y chiflado. Pero en fin, tal parece que, en la rifa, a esa desventurada señora sus hijos le tocaron “antojadizos”. ¡Pobrecita de ella!

Si como se suele decir: el futuro está en los niños, todo parece indicar que a nuestro mundo le espera un futuro... bastante “antojadizo”. Pienso que deberíamos fomentar en los pequeños una cierta dosis de madurez que les permita afrontar las frustraciones, pues de lo contrario no estarán preparados para la vida. Enójate cuando te tengas que enojar, me dijo un hombre sabio hace tiempo y me ha servido mucho su consejo.

No perdamos de vista que la familia es el laboratorio del amor, pero el amor verdadero es exigente -no caprichosamente exigente- sino moralmente exigente de acuerdo a una adecuada jerarquía de valores.

En nuestro tiempo sufrimos una gran ausencia de modelos. Nos faltan héroes verdaderos en la vida pública, en el arte y en todos los ámbitos. Sobran los superhéroes, pero ellos sólo viven en el mundo de la fantasía. Necesitamos gente honesta que sirva como patrón de conducta, no por sus formas externas o sus actividades, sino por el valor de sus principios, por su jerarquía de valores pero, sobre todo, por su coherencia. Con frecuencia pensamos que somos buenos pues nos conformamos con la vaga idea de no sentirnos malos. Si los niños son “sentidos” es porque los adultos también lo somos. El tema de la fortaleza brilla por su ausencia en el programa educativo de los menores debido a la cobardía y comodidad de los adultos. Por lo mismo, conforme aquellos van creciendo, suelen definirse personalidades caprichosas e intolerantes en unos casos, y tímidas y atemorizadas en otros.

Alejandro Llano en su libro “La fortaleza” dice: paralelamente se perfila otro tipo de personalidad que deriva de la inseguridad y de la vulnerabilidad propias de quien no tiene cimientos firmes. Es la que podríamos denominar personalidad camaleónica. Los camaleones cambian de color para defenderse. Son parduscos encima del tronco del árbol y verdes entre el follaje... Identificándose con el medio desconciertan y confunden al enemigo. El mimetismo es el arma que los protege de su fragilidad. Lo mismo acontece con los hombres débiles. Mudan de color, de opinión, de actitud conforme al medio social o cultural en que se encuentran.

No es lo mismo tener mal carácter que tener un carácter fuerte. Son muchos los ancianos, adultos, jóvenes y niños “enojones” por la falta de control sobre sus propias emociones. ¿De qué me sirve un ingeniero con maestría en administración de empresas, si no tiene control sobre sí mismo y se dedica a hacerles la vida imposible a los demás? Dejemos a un lado el romanticismo y eduquemos a los niños como es debido. ¿Está en Chino? Pues estudiemos Chino antes que sea demasiado tarde.