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Madre de la divina misericordia

Cuando pensamos que Dios necesitó del hombre para ofrecer su Amor salvador. Cuando pensamos que quiso venir al mundo para caminar a nuestro lado. Cuando pensamos que el Cuerpo de Jesús necesitó una Madre que lo acogiese y amase para estar entre nosotros. Cuando pensamos que no hay Redención sin efusión de Sangre, y que no hay Sangre sin Encarnación... Entonces no podemos dejar de mirar a María, y llamarla, con el corazón lleno de esperanza, usando uno de sus títulos más bellos de la piedad mariana: “Madre de la divina misericordia”.

Madre de la divina misericordia

Cuando pensamos que Dios necesitó del hombre para ofrecer su Amor salvador. Cuando pensamos que quiso venir al mundo para caminar a nuestro lado. Cuando pensamos que el Cuerpo de Jesús necesitó una Madre que lo acogiese y amase para estar entre nosotros. Cuando pensamos que no hay Redención sin efusión de Sangre, y que no hay Sangre sin Encarnación... Entonces no podemos dejar de mirar a María, y llamarla, con el corazón lleno de esperanza, usando uno de sus títulos más bellos de la piedad mariana: “Madre de la divina misericordia”.

Esas manchas blancas

Para algunos la cuaresma marca el fin de su carnaval; para otros es tiempo de pescado, mariscos, y tantas recetas más de abolengo popular. Aunque su verdadero sentido seguirá siendo el de siempre: acompañar a Jesús de Nazaret, con amor y penitencia, recordando su prolongado ayuno en el desierto; así como preparación para la semana santa, en la cual recordamos su ofrecimiento por nosotros como víctima inocente muriendo en la cruz.

La mente de Cristo

Nos gustaría entrar en el corazón de Dios, descubrir sus amores, escudriñar sus proyectos, alcanzar a ver cómo nos ama, cómo nos busca, cómo nos espera, cómo nos ofrece incesantemente su salvación.

Para ello, hemos de dejar la levadura vieja, el modo mundano de pensar. No podemos vivir como esclavos de la carne, ni como mercedarios sometidos a los poderes del mundo, ni como veletas que se dejan arrastrar por el primer viento.

El miedo al todo

La vida es la vida y la muerte es la muerte. Mientras estoy vivo, vivo, y cuando muera estaré muerto de ahí en adelante. Esta vida es temporal y lo que viene después será para siempre. Por lo cual, más me vale dedicar algo de mi valiosísimo tiempo a pensar en mi futuro -pero no en el futuro próximo: mañana, el próximo fin de semana o las próximas Navidades sino en lo que me espera más allá del momento en que alguien levante mi acta de defunción declarándome como el cadáver muerto de un difunto fallecido. 

El mundo no es un convento

A algunos nos da por olvidar lo inmediato y acordarnos de lo añejo, lo cual se conoce como reminiscencias, y con base en una de ellas les contaré una anécdota sin mayor trascendencia. Allá por el año 1967 tomaba un curso en un pueblito cercano a la ciudad del Aqüila, Italia, en el que coincidimos varios estudiantes de posgrado de diversos países. 

En medio de nosotros...

¿Quién es Jesús de Nazaret? La pregunta no ha perdido su actualidad. Tal vez hoy, en sociedades que se dicen cristianas, se puede aplicar lo que dijo san Juan Bautista: “en medio de vosotros hay uno al que no conocéis” (Jn 1,26).

Seguramente hemos oído hablar de Cristo. En casa o en la escuela, en la parroquia o en un grupo de amigos. Jesús pertenece a la historia de muchos pueblos. Aparece en muchas iglesias, o en las cruces puestas en lo alto de las montañas o en los cruces de caminos.

Milagroso Cese al fuego

El pasado 13 de enero hice una entrevista al Sr. Said Hamad, embajador de Palestina en México, para un programa de televisión en el que se analizó el conflicto suscitado desde el 27 de diciembre en la Franja de Gaza. Luego de la entrevista le platiqué que en 2006, mientras Israel bombardeaba a Líbano, el obispo de la Iglesia Maronita en México, George Saad Abi Younes, celebró Misa en la parroquia de San Agustín para pedir a Dios, por intercesión de san Charbel, el cese al fuego. Le dije que al día siguiente, en forma milagrosa, cesó el bombardeo.