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La evolución con final feliz

La teoría de la evolución, según algunos, nos dice que plantas y animales, jilgueros y tomates, Panchos y Lupitas, todos somos parte de un proceso con un inicio muy lejano y un final incierto. Para un grupo abundante de evolucionistas, no hay ninguna causa (un Dios que ponga orden o cree las distintas formas de vida) ni ningún fin (ningún programa o meta del camino que se recorre). Las casualidades se entrecruzan de modo imprevisible. Hoy se mezclan varios átomos y dan lugar a una molécula. Mañana varias moléculas se juntan y dan lugar a cadenas más complicadas.

La flor y el sueño

Nace una flor entre montañas, ríos y granjeros. El viento acaricia unos pétalos que brillan a la luz del sol. Luego, marchitos, vuelan, se pierden a lo lejos, mientras el fruto crece y prepara la semilla de una nueva vida.

Las nubes llegan, la lluvia pasa. El sol vuelve a brillar: seca la tierra, agosta flores pasajeras. En un hospital muere, entre las lágrimas de los suyos, un anciano. Mientras, en el cielo, un libro abierto llama a los que amaron sin medida, acoge a los que viven para siempre.

Las lágrimas del Papa

¿Existe algo que pueda hacer llorar a un Papa? ¿Serán sus problemas de salud, sus cansancios, su vejez? Quizá un Papa llora porque hay cristianos perseguidos, porque hay mujeres maltratadas, porque hay niños que mueren de hambre o de tristeza, porque hay enfermos de SIDA a los que se les niega una medicina y un poco de respeto y de cariño.

La voz suave del Dios que llama

Dios llama. Ayer, hoy, y mañana. Hombres y mujeres se consagran. Sacerdotes, religiosos y religiosas, laicos que dan un sí para siempre, sin condiciones. El mundo es distinto con cada respuesta, con cada entrega. Hay hombres y mujeres que quieren amar más, que reflejan, con su vida, que Dios es fiel, que Dios nos quiere con locura.

La vigilancia cristiana

¿Por qué uno siente necesidad de vigilar? Fundamentalmente porque quiere conservar un tesoro sumamente importante, y porque existen amenazas y “enemigos” que pueden dañar o robar ese tesoro.

El tesoro del cristiano es la amistad, la presencia, la gracia de Dios en su propia alma. Se trata de un tesoro sumamente bello, que recibimos como regalo totalmente inmerecido: cuando vivíamos en el pecado y lejos de la Verdad, Cristo murió por nosotros, nos ofreció su Amor eterno (cf. Rm 5).

La sed

Uno de los problemas que más preocupa a los hombres de muchos rincones de la tierra se refiere a una realidad muy cercana y familiar: el agua.

Allí donde escasea, el agua adquiere un significado especial.

Algunos seguramente han visto esos campos regados "gota a gota", con precisión envidiable, para aprovechar al máximo un elemento que para algunos es sumamente asequible, pero para otros resulta casi un pequeño tesoro...

“La mente de Cristo”

Nos gustaría entrar en el corazón de Dios, descubrir sus amores, escudriñar sus proyectos, alcanzar a ver cómo nos ama, cómo nos busca, cómo nos espera, cómo nos ofrece incesantemente su salvación.

Para ello, hemos de dejar la levadura vieja, el modo mundano de pensar. No podemos vivir como esclavos de la carne, ni como mercedarios sometidos a los poderes del mundo, ni como veletas que se dejan arrastrar por el primer viento.

La llave del corazón

La llave del corazón

Ha sido un esfuerzo inútil. Una y otra vez hemos explicado un punto de la doctrina de la Iglesia. La respuesta ha sido siempre la misma: rechazo, búsqueda de nuevas refutaciones, evasión, incluso críticas directas contra el Papa, los obispos, los sacerdotes, contra nosotros mismos.

Quizá fuimos un poco ingenuos. Creíamos que bastaba con explicar, con exponer, con citar documentos para que el otro pudiese llegar a ver y creer lo que nosotros vemos y creemos.