Él tiene la obediencia de un hijo.
Contemplar Belén como misterio de obediencia. El autor de la carta a los Hebreos pone en labios de Cristo, al momento de su encarnación, esas palabras que debieron conmover el corazón del Padre: Heme aquí que vengo, oh Dios, para hacer tu voluntad’. Y así fue: por obediencia María tuvo que emprender aquel penoso viaje de Nazaret a Belén, por obediencia no hubo para ellos lugar en el mesón, por obediencia la atmósfera de Belén fue la humildad y la pobreza.