Pasar al contenido principal

E

El aborto

Hablaba con un amigo sobre la votación que se desarrolló ganando por un voto el “no” a una ampliación sobre el aborto. Me decía que los políticos no querían más que los votos, que el problema no era si se mataba o no a un ser, que eso no les importaba, sino “hacer carrera”. Por esto, pienso que la verdadera batalla sobre este tema no ha acabado, pues está en la opinión pública. Ante tanta información, habría que apelar a la verdad interior de las cosas y no a las modas o a las votaciones.

El caer de las hojas nos recuerda la muerte

Este tiempo de otoño está cargado de emociones, parece que la naturaleza llora con el caerse las hojas de los árboles, que aparecen en toda su desnudez. Los paisajes adquieren un tono melancólico, lleno de colorido que hace pensar, como se ha comentado en estos días en el Diari de Terrassa, que la gente se muere. Para quien piensa que el fallecer es el fin de trayecto, es un tema tabú del que no se habla, pues todo consiste en gozar de los placeres de la vida y la distracción del trabajo para no pensar en este final que suena a fracaso, pues todo acaba unos palmos bajo el suelo.

El caballero de la armadura oxidada

“Vivía un caballero que pensaba que era muy bueno, generoso y amoroso... luchaba contra todos sus enemigos, que eran malos, mezquinos y odiosos. Mataba dragones y rescataba damiselas en apuros... tenía la mala costumbre de rescatar damiselas incluso cuando ellas no deseaban ser rescatadas... Y ante la mera mención de una cruzada, el caballero se ponía la armadura entusiasmado, montaba su caballo y cabalgaba en cualquier dirección”. La cita es de Robert Fisher, “El caballero de la armadura oxidada” (Barcelona 1997).

El arte de amar

Hoy que tanto se habla tanto “de encontrarse a un mismo” y de autoestima, quizás se olvida que uno se “encuentra” cuando se da, al amar, al sentirnos amados; y que esto es un arte que es muy necesario aprender: “No existe la realización personal si no somos capaces de sentirnos amados y de sentir que amamos alguien de forma intensa, comprometida y desinteresada” (Jorge Bucay).

Es humilde, pero conoce su propia dignidad

“Nadie como Él de íntegro: no han encontrado nada de qué acusarle y han

tenido que inventar. Nadie como Él de fuerte: Getsemaní, la traición, la

noche, los azotes, la cruz. Nadie como Él de digno: `A quién buscáis...?´.

`Si he obrado mal, dímelo; y, si bien, ¿por qué me hieres?´ `Y Jesús

callaba´. Aun humanamente, no podríamos haber elegido un jefe mejor.”Esta combinación de humildad y dignidad no es fácil de encontrar entre los