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D

Derecho a la injusticia

Ya se me fue otro año y ni cuenta me di! ¿No les pasa a ustedes lo mismo? De repente aquí, y ahora, así nomás, sin saber cabalmente en qué fui invirtiendo este tiempo. ¿Saben una cosa? mientras escribo estas notas escucho “otras”, pero de un estilo distinto, en la voz inconfundible del maestro Agustín Lara. Ustedes han de perdonar pero ya me puse romántico.

Desastres pasionales

“Nosotros, que fuimos tan sinceros que desde que nos vimos, amándonos estamos.

Nosotros, que del amor hicimos un sol maravilloso, romance tan divino.

Nosotros, que nos queremos tanto debemos separarnos. No me preguntes más.

No es falta de cariño. Te quiero con el alma.

Te juro que te adoro y en nombre de este amor y por tu bien… te digo adiós”.

Desastres pasionales

 

“Nosotros, que fuimos tan sinceros, que desde que nos vimos, amándonos estamos.

Nosotros, que del amor hicimos un sol maravilloso, romance tan divino.

Nosotros, que nos queremos tanto, debemos separarnos. No me preguntes más.

No es falta de cariño. Te quiero con el alma.

Te juro que te adoro y en nombre de este amor y por tu bien… te digo adiós”.

Descristianización y recristianización

Esta semana asistí a dos actividades relacionadas con mi ministerio sacerdotal. La primera se tituló: “El matrimonio que nunca existió”, pues versó sobre los estudios procesales realizados por los tribunales eclesiásticos para poder determinar -en algunos casos concretos- los posibles vicios jurídicos que habrían hecho inválido un supuesto matrimonio. Está claro que la Iglesia no divorcia, sino solamente puede declarar la inexistencia de los que parecían ser matrimonios.

Detectores de agravios

 

El esposo llega a su casa, y su mujer ni siquiera le dirige la mirada. Él pregunta:

-¿Qué tal mi amor? ¿Cómo te fue?... ¿Acaso estás de mal humor?

-No.

-Oye: ¿Es por algo que dije?-No.

-¿Es algo que no dije?-No.

-¿Es por algo que hice?-No.

-¿Es algo que no hice?

-¡Qué no!

Dos cosas importantísimas

Sólo
quisiera anotarle dos cosas, importantísimas para el hombre del Reino:
la oración y la acción, ser contemplativo y conquistador. Sólo en la
oración podemos fundamentar nuestro apostolado; en la medida en que
usted ame y escuche a Cristo, lo trasmitirá a los demás; sin Él nada
podemos hacer. Si no refleja en su rostro, en sus acciones, la vivencia
íntima del espíritu evangélico, los hombres no le aceptarán. Además,
considere que la oración no es únicamente un deber, "es una necesidad"

Divorcio e hijos

Habían pedido a un sacerdote que preparase un artículo con consejos a padres en proceso de divorcio, especialmente para evitar daños y secuelas en los hijos.

El sacerdote, después de pensarlo un poco, se negó. Varios días después quiso expresar por escrito el porqué de su negativa.

“Hace unos días me pidieron un artículo sobre cómo evitar daños en los hijos cuyos padres se están divorciando. Pensé en conciencia que no debería escribirlo, al menos por ahora.

Desde el amor hacia el amor

Dos esposos que se aman pueden ser fecundos. Su mutuo amor les permite colaborar con Dios en el nacimiento de nuevas vidas. Su donación les convierte en transmisores de esperanza y de dicha en el rostro misterioso y alegre del nuevo hijo.

Cada existencia humana es parte de un camino de amor. Dios Padre ama al Hijo. El Hijo ama al Padre. Del amor mutuo brota el Espíritu Santo. Y de ese Dios Uno y Trino es creado un universo enamorado.

Desde el amor en familia

Inicia una nueva vida. La madre ya se ha dado cuenta, como siempre un poco tarde, y ha avisado al padre. Los dos descubren que, gracias a su amor, un hijo llega, empieza a existir: pide ayuda y, sobre todo, pide cariño.

El amor es el mejor camino para madurar, para descubrir la belleza de la vida. Mejor, el amor es la meta más profunda y completa de cada existencia humana.