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Divorciados

Anoche, por fin un ratito (cerca de las once), para revisar mi correo electrónico. Echo un vistazo a mi “bandeja de entrada” y… Oh, sorpresa: 78 correos correspondientes a ese día. Cada uno distinto, pero todos por el mismo motivo: Resulta que en una página de Internet subieron ayer un artículo que publiqué hace cuatro años y medio. El título: “Antes de divorciarte”.

Dios no es ateo, Juan Pablo II tampoco

Mucha gente usa la expresión “gracias a Dios” para tratar de decir: “afortunadamente”, lo cual nos ubica en dos realidades o cosmovisiones muy distintas entre sí, pues una reconoce a Dios como autor y causante primario o secundario de los acontecimientos, y la otra se basa en un devenir ciego producto del azar. Es decir, el primero es consecuencia de la “causalidad”, y el otro es producido por la “casualidad”.

Dios llama a quien quiere

Se
ve claramente en todos los casos que Dios llama a quien quiere, que el
llamado no depende de nuestras cualidades, de nuestros méritos, sino de
su amor de predilección. Toda la Escritura nos enseña esto: Dios se
adelanta por amor a cualquier iniciativa del hombre. "No me habéis
elegido vosotros a mí. Yo os elegí a vosotros", éstas son las palabras
del Evangelio. A ti, a mí, a todos nos ha escogido Dios por amor, nos
ha asociado a su cruz y a su gloria; nos pide seguir tras sus huellas

El derecho a la felicidad

Yo también tengo derecho a ser feliz”
le oí decir a una mujer joven cuando se quejaba de los problemas que había en su familia. Esta idea no es exclusiva de una chica, sino que parece ser simplemente el grito, a veces desesperado, de mucha, mucha gente en todas partes, y por principio, podríamos decir que este reclamo tiene cierto fundamento, sin embargo, en este tema hay que hacer una observación fina, pero muy importante.

El diablo es muy guapo

Aguda observación de una pintora, quien afirmaba que si tuviera que pintar al demonio, procuraría tener como modelo al hombre más guapo que pudiera encontrar. Por otra parte, resulta fácil constatar que nuestros niños y jóvenes le han perdido el miedo al diablo, pues no les asusta que aparezca en las películas, canciones, camisetas, videos-clips, etc. Esto me recuerda que el primer objetivo que pretende un degenerado, cuando se propone abusar de un inocente, es conseguir que éste no le tenga miedo.

El desaliento, enemigo traidor

Por
nada permita que en su espíritu haga presa el desaliento, que es el
enemigo traidor que conduce a la deserción, a la cobardía, a la
dejadez, a la inacción. Puede venir el fracaso, la tentación puede
acosarle, la aridez puede envolver su espíritu, las faltas pueden
entristecerle, las dudas pueden asaltarle, las circunstancias
impacientarle; pero si usted acepta dolorosa pero sinceramente sus
limitaciones y se apoya humilde y confiadamente en Dios, nada de esto
podrá arrebatarle del amor a Cristo ni separarle de la lucha, del

Datos fríos

En cuanto a la forma de adquirir o sufrir un padecimiento de salud podemos hacer una distinción muy simple: la de quienes son responsables de su situación por descuidos, actos voluntarios y hábitos, y la de los enfermos inocentes, ya que sus penas no son producto de actos libres o culpables.

De recetas… a recetas

Anoto la carta de comida que, estoy seguro, habremos disfrutado en más de una ocasión. Como plato de entrada un: No me toques que te muerdo, con un poco de sonrisa amenazante. De segundo plato: No te metas en mi vida, aderezado con un fuerte: Tampoco me importan, para nada, tus problemas personales. El plato principal un: Aquí las cosas se hacen como yo digo, con bastante de: Si no te gusta te puedes largar. Y por último, el postre: Media vuelta bien marcada, bañada en salsa de silencio. Para acompañar, una botella de: A mí, tú no me haces ni maldita falta, reserva del 96. Todo exquisito.

Delincuentes domésticos

Delincuentes domésticos

Cuando alguien usa la expresión “me movieron el tapete” solemos entender que se sintió inseguro, pues el hecho de pisar sobre un suelo firme proporciona estabilidad, a diferencia de lo que nos sucede cuando nos encontramos sobre alguna plataforma armada de piezas articuladas pero no firmemente estructuradas entre sí. Al perder el equilibrio experimentamos una descarga de adrenalina a la que identificamos con el miedo y la inseguridad.