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Valores

La paz

La paz sea contigo

“Fraternalmente, dense la paz”, dice el sacerdote o el diácono en la santa Misa y, entonces, aunque las normas litúrgicas nos digan que solamente debemos dar la paz al que está a nuestro lado, todos los fieles entran en el frenesí de desear la paz a conocidos y a desconocidos. ¡Nos encanta dar la paz!

La unidad

“Vivían unidos y todo lo tenían en común...” (Hch 2, 44)

Cuando queremos vivir como auténticos discípulos de Jesús volvemos los ojos hacia los primeros cristianos, ya sea en los Evangelios o en los Hechos de los Apóstoles. Su ejemplo nos alienta aunque a veces parece sobrepasar nuestra realidad. A mí me tocó vivir un episodio que parecería sacado de los Hechos de los Apóstoles en un pueblo al sur de la ciudad de México.

La confianza

"La representante de manzana"

Los vecinos de aquella colonia de clase media eran sumamente herméticos y celosos de su privacidad. Se saludaban por cortesía cuando coincidían en el momento de guardar sus autos y nada más. Fue un triunfo reunirlos para escoger a una representante de la manzana que los ayudara a obtener de las autoridades la mejoría de los deficientes servicios.

La amabilidad

“Los policías son mis amigos”

Ya anciana, mi madre seguía siendo una mujer muy activa que no se dejaba vencer por el peso de los años. En cierta ocasión regresaba a su casa desde el mercado con una gran bolsa de mandado, cuando un policía la observó y decidió ayudarla. El gendarme tomó la pesada carga y acompañó a mi madre hasta la puerta de su hogar. Desde entonces, proclamaba con orgullo que los policías eran sus amigos y los trataba con maternal cariño.

¿Qué es la amabilidad?

El pudor

Los lagartijos

Cuando la calle de Madero de la ciudad de México se llamaba todavía “Plateros”, a finales del S. XIX, los “niños bien” de aquel entonces acostumbraban pasar el día viendo caminar a las muchachas y tomando el sol, por lo que les decían “los lagartijos”. Les encantaba que lloviera porque entonces las jóvenes damitas, vestidas a la moda de entonces, con largas faldas, tenían que recogerse levemente el vestido y les permitían ver ¡los tobillos calzados con púdicos botines!

Ciento y pico de años después